Pasión, confianza, honestidad, lealtad y sobre todo amistad y cercanía son algunos de los valores que Lulú Flores, directora general de Therapy & Essence Laboratorios, ha inyectado en su negocio pero que también la han acompañado a lo largo de su carrera profesional.
Hace más de 20 años, Lulú dejó su natal Mazatlán para emprender una nueva vida en la Ciudad de México como contadora en una empresa de cosméticos.
Sin saberlo entonces, estaba dando el primer paso de un largo camino que la llevó a transformarse en una exitosa empresaria capaz de convertir, en sólo 12 años, un emprendimiento de venta de aromaterapia con sede en el escritorio de una oficina prestada, en un consorcio de calidad internacional ubicado en una planta de 600 metros, 30 empleados y una línea de productos únicos en el mercado.
Contadora Pública de profesión, Lulú pasó sus primeros 9 años laborales trabajando para otros, pero aprendiendo “los gajes del oficio” que posteriormente aplicaría en su propia empresa.
El momento clave vino con su embarazo, su hija, que hoy está a punto de cumplir 13 años, traía “la torta bajo el brazo” y la inspiró a iniciar su propio negocio tras tomarse 6 meses de descanso por maternidad.
“Mi hermana tenía un escritorio en su oficina y me lo prestó, ahí empezó todo; luego mi sobrino se cambió de oficina y me quedé con la que dejó”, recuerda.
Así inició la empresa que consistía en una pequeña comercializadora dedicada a la aromaterapia cuyo catálogo era de apenas 12 productos elaborados por otros, pero que, al paso del tiempo, e impulsada por las necesidades y la confianza de sus clientes, dio un giro inesperado hacia la producción de cosméticos.
“Escuchar las necesidades del cliente es muy importante para crecer; mis clientes demandan productos que funcionen, que sean buenos y a un precio accesible. Además, el mercado está dominado por marcas extranjeras que, si son muy buenas, pero son caras, y no son caras sólo por la calidad o los activos, sino porque el precio del producto incluye otros gastos: la campaña publicitaria, el sueldo del actor que contrataron para los anuncios, la producción, el empaque, todo te lo están cobrando”, comentó.
Pero la accesibilidad del precio no fue el único factor que la impulsó a entrar de lleno a la elaboración de cosméticos: las necesidades propias de las pieles y el clima latino también eran algunos de los retos que la oferta de aquel entonces no había podido atender exitosamente.
Con esto en mente, y tras un largo proceso de capacitación y formación, Lulú desarrolló su primer producto: un gel de colágeno y elastina especial para pieles mexicanas maduras que 12 años después sigue siendo uno de los más populares de su catálogo.
“Las pieles mexicanas son muy especiales y en la República Mexicana existen una gran variedad de climas, esta diversidad crea necesidades muy específicas que las cremas extranjeras, por muy buenas que sean, no alcanzan a cubrir, o, quizá sí, pero a precios muy caros”, expresó.
En esta vuelta de tuerca empresarial, el proceso de aprendizaje y, sobre todo, el espíritu de innovación, fueron cruciales, pues no se trataba sólo de competir con la calidad de los productos que ya existían: había que asegurarse de que estos estuvieran al alcance del mercado nacional.
En este sentido, su formación académica fue de gran apoyo pues le ayudó a administrar recursos y asegurar utilidades.
Al gel de colágeno siguieron otros productos, pero el momento crucial para el crecimiento de la empresa llegó de la mano de una cliente que le propuso el reto de crear toda una línea de cosméticos.
“De pronto llegó una clienta a la que le gustaba la marca, ella fue la que me propuso la idea de toda una línea de belleza, juntas desarrollamos Skin Care, y todo explotó: sacamos productos para piel sensible, antiedad, acné…”, recuerda.
El proceso de desarrollo no fue aleatorio, consciente de que la honestidad es un valor indispensable para el desarrollo de la confianza con el cliente, cada uno de los productos lanzados pasaron por todo un proceso de planeación y diagnóstico.
“Nuestros productos están basados en parámetros más personalizados y, sobre todo, diagnosticados; algunos productos comerciales vienen etiquetados, por ejemplo, por edad. Compras una crema porque dice que es para mayores de 40, pero hay personas de 40 que tienen pieles de 20 y viceversa; nosotros lo que priorizamos es la piel y no sólo la edad”, explica.
Así nació una marca de calidad internacional, hecha en México, para pieles mexicanas y al alcance del mercado nacional.
“Lo único que no es mexicano son los activos, en México no los encuentras así que los importamos desde Francia, Mónaco, y otros países europeos que están a la vanguardia en la cosmética. Nuestros proveedores son los mismos que los de las cadenas internacionales”, comenta.
Pero el crecimiento de Therapy & Essence Laboratorios también tiene que ver con un esfuerzo por mantener la calidad y con la apertura a ideas nuevas.
“Tratamos de mantenernos a la vanguardia, acudimos a ferias y eventos internacionales de cosmética para saber qué hay de nuevo; probamos los productos, los activos, los traemos y vemos cómo funcionan y si es posible adaptarlos al contexto nacional; además, en el equipo hay mucha gente joven con ideas nuevas, eso también nos inspira a seguir creando”, expresa.
Y como la innovación siempre debe ir acompañada de la responsabilidad, no sólo con el cliente sino con la sociedad, Lulú y su equipo han priorizado elementos éticos, tanto en la selección de sus ingredientes como en la forma de producirlos y comercializarlos.
Antes de integrar un nuevo activo, el equipo de Therapy & Essence verifica que no provoque efectos secundarios, que sean de origen natural y, sobre todo, que no hayan sido probados en animales.
Además, en el contexto social, apoyan la causa de la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC) mediante campañas de donativos.
Hace poco, Lulú regresó a su natal Mazatlán a dar un curso de capacitación para 60 personas; su Universidad, desde cuya ventana veía el atardecer mientras estudiaba, ya no existe, en cambio, encontró una ciudad que pareció a moverse a menos revoluciones por minuto y a un puñado de mujeres motivadas por su espíritu emprendedor.
“Recibí comentarios inspiradores, de fortaleza y satisfacción, alimentó mi corazón ver que lo que hago puede apoyar a las mujeres para salir adelante”, expresa.
Sin considerarse feminista, Lulú no puede evitar mostrar su sororidad y entre la conversación destaca que en su empresa la mayoría de las colaboradoras son mujeres.
Tampoco puede ocultar su preocupación por el estatus del tema de género en el país: los feminicidios, la violencia de género, salen a colación en la conversación, pero también la urgencia de hacer algo al respecto.
“Creo que promover la independencia de las mujeres es importante: cuando una es independiente puede hacer lo que sea, enfrentar lo que sea, y para ello lo primero es ponerse a trabajar. Siempre se puede hacer algo, no importan las circunstancias: puedes poner una mesa en la puerta de la casa y vender tostadas. No hay que perder de vista que somos el ejemplo de nuestros hijos y si somos independientes ellos aprenderán a ser independientes”, expresa.
Lulú habla rápido, tiene mucho que contar, éxitos, fracasos, anécdotas que le ayudaron a crecer; se muestra plena, libre, e independiente, una mujer que ha logrado levantarse de los tropiezos. En retrospectiva, comparte las que considera las razones de su éxito: dedicarse a lo que provoca pasión, creer en una misma, y ser honesta, lo demás, afirma, llegará por añadidura.
Texto: Patricia Ramírez @interactuamx Fotografía: Hildeliza Lozano @hilde_lg Make up: Karina Vargas @pink.goetzk
(Fotografías de productos: Cortesía de Therapy & Essence Laboratorios)
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