HISTORIAS COTIDIANAS: la primera profesora

En uno de esos momentos en que le da a uno por filosofar y reflexionar sobre las cosas de la vida, me he planteado una interesante pregunta: ¿cuántas vidas puede tocar un maestro?

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Recuerdo, en primera instancia, a mi madre, la profesora CARMEN FUENTES MARTÍNEZ (+), quien había sido maestra de Primaria antes de casarse con mi padre, el doctor MARTINIANO MERINO LUCERO, y que fue la persona que me inició en la cultura, al enseñarme a leer y escribir en las vacaciones del Jardín de Niños, con lo que yo no cursé Primero de Primaria (y, en ese entonces, si sabías leer y escribir, te permitían “saltarte” hasta Segundo).

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Luego seguiría mi maestro ROBERTO RAMÍREZ CARIÑO, en Segundo Año, quien nos contagiaba con su dinamismo, además de que se robaba el corazón de alumnas y maestras, porque era muy galán.

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Mi Tercer Año de Primaria fue para el olvido, pues mi maestra ALDEGUNDA era partidaria de la vieja escuela de que “la letra con sangre entra”, y nos golpeaba con la saña que sólo puede tener una mujer solterona, fea y amargada.

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Cuarto Año fue diferente, con mi profesora VIRGINIA REVILLA SÁNCHEZ, que nos enseñó la importancia de la disciplina, y también nos pegaba, pero primero tenías que hacerte acreedor al castigo, mismo que te explicaba.

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De hecho, muchos padres (el doctor MERINO no, por supuesto, porque a mis hermanos y a mí no nos pegaba) le pedían que disciplinara a sus hijos, cosa que hacía con mucho gusto… ¡ Y vaya que sus castigos eran ejemplares!

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Recuerdo que por las mañanas tomaba clase con ella en la escuela, y por la tarde, junto con mi hermana Refugio, íbamos a su casa, dónde tenía una especie de escuela particular.

Mi maestra VIRGINIA, por cierto, murió pocos días antes de terminar nuestro año escolar.

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Fue la primera vez en mi vida en que me vi de frente con la muerte de una persona cercana.

Al otro día de su funeral, mis compañeros y yo tuvimos que presentar un bailable que ella nos había puesto, cosa que hicimos con lágrimas en los ojos y el aplauso cariñoso de la gente.

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Mi maestra de Quinto Año, OFELIA HERRERA era un amor de persona, no nos castigaba, y nos enseñó a tejer, a trabajar la madera, a tener nuestras cosas en orden y a ser disciplinados.

La de Sexto Año, ELBA, nos enseñó a luchar por ser los primeros en todo, y constantemente hacía concursos para ganar puntos, una costumbre que actualmente yo sigo aplicando con mis propios alumnos.

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De manera que repito mi pregunta: ¿Cuántas vidas puede tocar un maestro..? ¿Cuán importante puede ser un maestro en la vida de un alumno? ¿Qué sería de nuestra vida sin nuestros maestros..?

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Por cierto, hay un libro entrañable, de un caso real ocurrido en Estados Unidos, que se llama “Martes con mi viejo profesor”, que habla de la amistad que se da entre un viejo maestro y uno de sus alumnos, quien cada semana cruza todo el país para reunirse con su viejo profesor, aquejado de una enfermedad progresiva que finalmente lo lleva a la tumba.

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Y a ti… ¿cuántos de tus maestros te marcaron la vida?