El régimen de Nicolás Maduro, presionado por las protestas sociales, concedió ayer el arresto domiciliario a Leopoldo López, el más célebre preso político de Venezuela. Maduro busca así un balón de oxígeno para calmar el estallido social. López llegó a su casa la madrugada del sábado escoltado por la policía política venezolana desde la prisión de Ramo Verde, donde pasó tres años y cinco meses. El líder opositor apareció por la tarde, con una bandera de Venezuela entre las manos, encima del muro de su residencia para agradecer a quienes fueron a respaldarle. “Sí se puede”, gritaba la multitud.
El Gobierno venezolano tomó la decisión en un clima de estallido social y tras una larga mediación internacional. La oposición redobló el pulso al chavismo a finales de marzo, cuando el Tribunal Supremo de Justicia dejó sin competencias al Parlamento, controlado por la oposición, y retomó la iniciativa en la calle con una nueva oleada de movilizaciones. Los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que han dejado ya más de 90 muertos, la represión y las grietas cada vez más evidentes dentro del oficialismo, encarnadas por la ruptura de la fiscal Luisa Ortega Díaz con el régimen, han llevado la tensión al límite.
En este contexto, el Supremo informó ayer en su página web de que la Sala Penal había decidido conocer la causa del político, que fue sentenciado en 2014 a 13 años y nueve meses de prisión por liderar una protesta que dio origen a los disturbios del primer semestre de aquel año, “en virtud de que existían serios señalamientos sobre la distribución del expediente a un tribunal de ejecución”. En el escueto boletín se leía también: “En virtud de la información recibida sobre su salud el magistrado Maikel Moreno consideró ajustado a derecho otorgarle una medida humanitaria”. Sin embargo, su tía Edith López Gil informó que su sobrino se encontraba en buena condición.
El dirigente opositor Freddy Guevara leyó, tras reunirse con López, un breve mensaje que supone una renovada declaración de intenciones. “Mantengo firme mi oposición a este régimen”, dijo. “Reitero mi compromiso de luchar hasta conquistar la libertad de Venezuela”.
En Caracas la noticia fue recibida con muestras de satisfacción por parte de seguidores y dirigentes de su organización, Voluntad Popular, muchos apostados en las afueras de la residencia, pero con cautela. Todavía quedan tras las rejas más de 400 presos políticos. Aprovechando el gesto del Gobierno, la Fiscalía pidió ayer la revisión de las medidas de privación de libertad para el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, el exalcalde Daniel Ceballos y el militante opositor Lorent Saleh, según informó en Twitter.
López siempre aspiró a ser el último en abandonar la cárcel. No ha sido posible, sin embargo, mantener la promesa porque el Gobierno ha decidido que de momento pase el resto de su condena en su casa. “Fue una decisión unilateral”, le confió a este diario una persona cercana a su equipo jurídico de defensa.
El abogado español del dirigente, Javier Cremades, afirmó que López “no ha aceptado condición alguna” para abandonar su celda, informa María R. Sahuquillo. “Esto supone un reconocimiento del liderazgo de Leopoldo López, que se prepara para encabezar de nuevo la alternativa al régimen de Nicolás Maduro, cuya resistencia Leopoldo ha logrado quebrar”, apuntó. El abogado comparó esta “victoria aplastante” con la del “hombre de Tiananmen”.
La hermana del líder opositor, Diana López, mostró prudencia. “La imagen que está en mi cabeza es la de Daniel Ceballos, a quien pusieron [la medida de] casa por cárcel y luego lo devolvieron a prisión. Así que no nos podemos distraer hasta lograr la libertad plena de Leopoldo y los demás presos políticos”, explicó.
Las lecturas son variadas, pero de momento ha prevalecido la felicidad que supone para la familia tenerlo de vuelta en la casa después de 40 meses. En todo ese tiempo ellos han denunciado que el preso ha sido torturado y que permanecía aislado durante varios tramos de su encarcelamiento, sin recibir la visita de sus familiares ni de sus defensores. Solo a los enviados del Gobierno, Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador (centro oeste de Caracas) y considerado la eminencia gris del régimen, y su hermana Delcy, excanciller del presidente Nicolás Maduro, les abrían las puertas de la prisión sin limitaciones para conversar con el político. Varias de esas reuniones fueron presenciadas por el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
López se negó a aceptar, en un primer momento, la conmutación de la pena por el posible impacto en la actual insurgencia popular contra el régimen. A finales de marzo el Supremo, mediante dos sentencias, desconoció la autoridad del Parlamento y, luego, en mayo, convocó a una Asamblea Nacional Constituyente para escribir una nueva Constitución. López temía que su liberación se interpretara como un gesto de capitulación. Según el Defensor del Pueblo, la esposa de López, Lilian Tintori, había pedido por carta la medida de arresto domiciliario.
A partir de ese momento las visitas de los hermanos Rodríguez se intensificaron. Un familiar contó a este diario que podían ver a López en cualquier momento. Entre todos se daban discusiones fuertes, pero respetuosas. Los enterados de estas conversaciones cuentan, no sin asombro, que el perfil intransigente de los hermanos Rodríguez en público se transformaba en una postura más conciliadora en privado. La de Delcy Rodríguez fue la última visita que recibió López, según informó Cremades en Twitter.(El País)
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