Vernácula costumbre muy pintoresca por cierto es la bendición de los animales, el 17 de enero, día de San Antonio Abad. No es original porque se hace en otros lugares; pero aquí tenía una manera especial de realizarse.
A las cuatro de la tarde será la primera llamada con el repique de campanas en la torre de la iglesia. Ya muchos están preparados; pero a esa hora se aprestan a dar los últimos retoques a los animales que van a ser bendecidos.
A las gallinas y pollos se les tiñen las plumas con anilinas y se ven pollos y gallinas verdes, morados, azules, siempre con un detonante caprichoso color; las jaulas de los pájaros se adornan con flores frescas, follaje; a los perros y los gatos, grandes moños de papel o de tela en el cuello; los borregos, chivos, cerdos, becerros, caballos, mulas, bueyes, con cadenas y adornos de papel de china, flores, moños, guías. Una desbordante fantasía para adornar, a los que, a la tercera llamada, ya deben estar listos en el atrio de la iglesia.
Se buscan compadres qué son los que llevan a los animales y su única función es alzarlos en el momento en el que el sacerdote Lanza el agua bendita. Esto se hace con los animales pequeños. Nadie ordena la turba; solos se van acomodando: adelante generalmente los indizuelos (así llaman a los niños), con sus animalitos pequeños, gatitos, palomas, perritos, jaulas enfloradas llenas de canarios, gorriones o jilgueros; más atrás los muchachos traviesos con perros bravos, guajolotes ariscos, borregos que dan topes, cochinos gruñones, chivos; preciosos ejemplares de gallos de pelea.
Por último, los que llevan vacas, becerros y mulas, los que van en cabalgaduras deben ir en pelo sin montura; es regla que sólo se les ponga el cabestro.
Entre una algarabía de calcáreos, grunidos, rebuznas, relinchos, ladridos, cantos, parloteos, balidos, gritos, risas, comentarios, carreras, animales que se escapan, peleas, sale el sacerdote y entonces todos levantan sus objetos para recibir la bendición.
Nada raro es que en ese momento alguno o algunos de los catecúmenos se les ocurra descargar sus intestinos, por qué entonces los dueños y los compadres reciben en la cara o en la ropa las descargas digestivas de sus ahijados.
Al terminar la bendición, que es cortísima, los primeros que salen son los caballos corriendo por las calles y sonando sus herraduras sobre las piedras; luego los demás animales en orden de su tamaño hasta los más pequeños.
Enseguida se termina el pintoresco acto con todos los comentarios de los
detalles chuscos:
«Que a fulanito se le escapó el gato y ahí va corriendo y gritando tras él.»
«Que mengana perdió una chancla en la refriega.
«Que el loro de tía Chu le cagó la cara a Hermelindita.»
«Que la perra de Juana estaba muy bien pintada»
«Que Lola tenía la cabeza llena de caca de gallina.
«Que a la mera hora de la bendición la mula de Chema estaba Pedo y Pedo.»
Y así termina esta nota de color que pone una pincelada en la quieta y tranquila vida provinciana.
Extracto del libro «El encanto apacible de mi tierra: Coscomatepec Veracruz de Jesús Domínguez Rosas.
Este artículo fue publicado originalmente en peregrineros.wordpress.com y se reproduce con el permiso expreso de sus autores. Para leer el artículo original visite: https://peregrineros.wordpress.com/2023/01/17/la-bendicion-de-los-animales-una-tradicion-en-coscomatepec-veracruz/
Imagen de Fernando Benega en Pixabay
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