Con un prólogo de Salvador Novo y editado en México en 1964 se publicó el libro “Las senadoras suelen guisar” un libro lleno de historia y en el cual encontramos recetas de los todos los estados de nuestro país, este libro fue creado con la finalidad de recabar fondos para el organismo que se creó para la protección de los menores en México mejor conocido hoy en día como DIF.
En los años 60 deciden reunir en este libro, la riqueza gastronómica de México, que en aquellos entonces era difícil tener acceso en ese tema.
En un mapa de la comida en México, aparecen los productos utilizables en cada región: los magueyes, los mixiotes y los gusanos de Tlaxcala e Hidalgo; los charales y huauzontles, en el valle y en el Estado de México; la fauna costera de las regiones cercanas a ambos litorales. Eso solo por señalar algunos ejemplos. También pueden notarse las influencias históricas: de la legendaria China parecen haber quedado, en el estado de Puebla, esas mezclas de dulces y picantes que no abundan en otros lugares; las tortillas de harina de trigo del norte nos muestran una influencia distinta a la de los totopos y totopotles de maíz del sur.
Es sorprendente como en las notas de introducción de la autora, menciona lo que para “Slow Food” es hoy su fundamento principal, el consumo de los alimentos e ingredientes más cercanos y originarios de la localidad y región. Creo que, como ella, hubo muchos en la historia del mundo y de México que sin necesidad de movimientos y organizaciones siguieron las costumbres de los pueblos ancestrales.
Las guerras, los viajes, las migraciones, los diversos movimientos históricos, han mezclado las cocinas. Los árabes llegaron a España; España llego al Nuevo Mundo, y los platillos aromados con pétalos de flores se encuentran en los recetarios de cocina de las señoritas mexicanas del siglo XIX. Francia llego al Nuevo Mundo también; el Oriente nos había enviado sus influencias por Acapulco. Así, en México, se come con algo de todas partes. Aquellos aztecas que, según nos muestra la historia, se alimentaba en una época con víboras e insectos, todavía defiendes sus tradiciones, y como otros pueblos indígenas, aun los inundados de coca cola, comen gusanos de maguey, chapulines, ahuautle, xumiles y nukus.
Cuarenta y dos señoras contribuyeron a la creación de este libro además del apoyo que la esposa del presidente de ese momento, Eva Sámano de López Mateos quien dono el libro y los derechos para lo que hoy conocemos como el DIF.
Esta semana compartiremos esas recetas que las Senadoras (esposas de los senadores) de ese tiempo, compartieron para este recetario y compendio de los platillos más representativos de todas las regiones de México.
Existen recetas que no cuentan con las medidas exactas de cada uno de los ingredientes, nos remitimos a transcribir las recetas de la forma exacta como se publicaron.
Esperamos las disfruten tanto como lo hacemos nosotros cada vez que nos aventuramos a cocinar cada uno de ellas.
Por Ernesto Palomino V.
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