En 2012, en LARACHE, MARRUECOS, una joven de 16 años prefirió suidicarse con raticida, luego de ser obligada a casarse con su violador, 10 años mayor que ella.
La joven tomó la drástica decisión, desesperada por el maltrato al que fue sometida por parte de su esposo y la familia de éste, así como del rechazo de su propio padre a recibirla en casa.
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La historia remonta a 2011, cuando la familia de la víctima depositó una denuncia ante el fiscal general de TÁNGER, acusando al agresor de violación sexual, y un juez decidió casar a la joven con su violador.
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Este tipo de matrimonios es impuesto por la fuerza de la tradición, sobre todo en el ámbito rural, para salvaguardar el honor de la víctima y “resolver” el daño causado tras la violación.
Según el código penal marroquí, el violador queda exento de sanción si admite casarse con su víctima.
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