Martina Navratilova, leyenda del tenis mundial, manifestó que es necesario crear más espacios para el empoderamiento de la mujer, que tengan las mismas oportunidades que los hombres, y para ello habrá que hacer cambios que tendrán que ser desde arriba hasta la raíz.
“Hay que darle las mismas oportunidades a las mejores y a los hombres, aunque muchas veces ellas se reprimen, son menos aventadas, por esa educación que se da en las familias, donde a las niñas no se les aliente como a los niños, eso las hace inseguras, aunque tengan el talento”, indicó.
Invitada como ponente en la Cumbre del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, que concluyó hoy aquí, no dudó en señalar que las empresas podrían ser más rentables si tuvieran a más mujeres en puestos de poder, que por su naturaleza misma las hace más responsables, capaces de desarrollar mejores cosas y es ahí cuando reflexiona y recuerda a su madre todo lo que hacía al mismo tiempo pese a las dificultades y restricciones que enfrentaba en su natal ex Checoslovaquia.
“Se levantaba de madrugada para hacer largas filas para conseguir algo de alimento, atendía la casa, trabajaba, y teníamos siempre algo rico para comer y hasta horneaba algo, o nos hacía un dulce. Es increíble lo que hacía”, indicó.
Actualmente, convertida en defensora de los problemas de la mujer y el medioambiente, manifestó que esto surge porque siempre le ha gustado ayudar, no le gusta las injusticias.
“Me gusta ayudar a los que no se pueden o se les dificulta defender, y es buscada, entre otras, por la comunidad LGBT, donde hoy en día hay sectores que no aceptan abiertamente que otros expresen su preferencia sexual, son victimizados, pierden hasta su trabajo”, indicó.
Navratilova recalcó que es importante no temer al cambio, a evolucionar hacer cosas diferentes, como en su caso, pasó del tenis a realizar obras de beneficencia, escribir libros.
“Si deseas algo diferente hazlo y luego si deseas puedes regresar hacer lo que hacías antes, hay que arriesgarse hacer ajustes, no teman al cambio”, enfatizó y recordó que con ocho coronas de Wimbledon ganadas, estaba cansada, pero deseaba seguir, así que decidió modificar su manera de jugar, comenzó a entrenar diferente y tardó seis meses en lograrlo.
La ex número uno del mundo del tenis relató que el haber dejado su país natal para emigrar a Estados Unidos resultó un fuerte choque cultural, con pensamientos, maneras diferentes de ver las cosas, y eso por algunos años la reprimieron, pues no podía expresar abiertamente su tendencia sexual.
“A los 19 años me declaré gay, pero no tuve problemas. La homofobia se basa mucho en la religión, la cual iba contra la ley en Checoslovaquia, así que no tenía ese tipo de ideas que podrían ser una carga, pero cuando fui a Estados Unidos en los seis años que tardé para conseguir la nacionalidad, no hablaba de ello porque no sabía si me iban a descalificar y hasta que recibí la ciudadanía toqué el tema”, expresó.
Desde su punto de vista, eran muy marcadas las diferencias que se tenían entre los países comunistas y capitalistas.
Por ejemplo, mientras en los comunistas se daba todo el apoyo para que la mujer se desarrollara en cualquier disciplina deportivas convirtiéndose en figuras, en Estados Unidos me impresionó que el papel de la mujer era el ser porristas, y tampoco les pagaban lo mismo que a los hombres.
“Eso no es así en un país comunista, aunque tampoco hay muchas mujeres en altos puestos del gobierno”, añadió.
Infoqroo
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