La hormiga del fin del mundo, la leyenda de Azcapotzalco

En el corazón de Azcapotzalco, una de las alcaldías con más riqueza histórica y cultural de la Ciudad de México, se erige una catedral que guarda en sus muros una leyenda tan mística como ancestral: “La hormiga del fin del mundo”.

El Símbolo

La Catedral de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago ―comúnmente conocida como la Catedral de Azcapotzalco y cuya construcción data del año 1565― se levanta sobre lo que alguna vez fue un centro ceremonial prehispánico. Este lugar no solo es un refugio espiritual sino también el custodio de un símbolo peculiar: la hormiga roja.

Según documentos históricos y la obra “Relatos y Recuerdos. Memorias de Azcapotzalco” de Edna Aponte, la presencia de esta hormiga en la fachada del campanario es un homenaje al dios Quetzalcóatl.

Quetzalcóatl

La leyenda de Quetzalcóatl y la hormiga es una pieza importante dentro del amplio mosaico mitológico de los pueblos mesoamericanos, especialmente entre los nahuas. Según esta leyenda, después de la creación del mundo, los dioses se dieron cuenta de que los seres humanos necesitaban alimento para sobrevivir. Así, varios dioses intentaron encontrar una solución, pero fue Quetzalcóatl quien se propuso buscar el maíz, un alimento que daría sustento a la humanidad pero que estaba escondido.

Quetzalcóatl, conocido como la “Serpiente Emplumada” y uno de los dioses más importantes del panteón mesoamericano, transformado en hormiga, emprendió el viaje al inframundo para conseguir el maíz.

En otras versiones, es acompañado por su nahual, quien también adopta la forma de una hormiga. Juntos, enfrentan diversos desafíos y peligros en el mundo subterráneo. Finalmente, logran llegar al lugar donde se encontraba el maíz, pero este estaba bien guardado y era inaccesible para casi todos.

La razón por la que Quetzalcóatl eligió la forma de una hormiga es significativa: en muchas culturas mesoamericanas, las hormigas son símbolos de trabajo comunitario, perseverancia y la capacidad de superar obstáculos, por pequeñas que sean. Estas cualidades eran necesarias para acceder al maíz.

La Leyenda

La leyenda cuenta que, gracias al pequeño tamaño y la determinación de la hormiga, Quetzalcóatl pudo pasar desapercibido y alcanzar el maíz. Logró tomar algunos granos y, con ellos, regresó al mundo terrenal. Una vez de vuelta, plantó los granos de maíz, que crecieron y se convirtieron en el sustento principal de la humanidad.

Así es como, en memoria de este mito, los pobladores del Anáhuac adoptaron la hormiga roja como su insignia, un gesto que se perpetuó en la arquitectura religiosa de la zona.

La leyenda de la “hormiga del fin del mundo”, aunque varía en detalles dependiendo de las fuentes, suele centrarse en la simbología de una hormiga gigante asociada a presagios de cambios significativos o catastróficos; esta creencia que combina elementos de leyendas prehispánicas con el imaginario colectivo contemporáneo de la comunidad.

La historia cuenta que en Azcapotzalco, cuyo nombre náhuatl significa “lugar de las hormigas”, existe una hormiga esculpida bajo el campanario de una catedral, la cual representa no solamente un recordatorio del pasado prehispánico de la región ―y el viaje del dios Quetzalcóatl al inframundo―, sino también un augurio vinculado al destino final de la humanidad.

Se dice que esta hormiga avanza poco a poco cada año, y que cuando alcance la punta del campanario, marcará el fin del mundo o el inicio de un cambio radical en la existencia.

Aunque en la base de la figura de la hormiga se percibe una mancha roja, algunos vecinos interpretan esta como el rastro que la hormiga ha recorrido a lo largo del tiempo.

Es importante notar que esta leyenda, rica en simbolismo, trasciende la barrera entre la historia y el mito, al entrelazar elementos culturales prehispánicos—como el respeto y veneración hacia las hormigas y otros elementos naturales—con preocupaciones modernas sobre el futuro y los cambios catastróficos. Sin embargo, esta en particular parece ser más una expresión contemporánea de identidad local y preocupaciones universales acerca del destino.

Lugar de hormigas

La relación entre la alcaldía Azcapotzalco y las hormigas se fundamenta en la propia etimología del nombre “Azcapotzalco”. En náhuatl, la lengua de los aztecas, “Azcapotzalco” puede descomponerse de la siguiente manera: “azcatl” que significa “hormiga”, “potzalli” que significa “montículo” o “cerro”, y “co” que es un locativo. De esta forma, “Azcapotzalco” se traduce comúnmente como “en el cerro de las hormigas” o “lugar de hormigas”.

Este nombre refleja no solo una característica geográfica o biológica de la región, sino también una conexión cultural y simbólica profunda entre la alcaldía y las hormigas. Las hormigas, conocidas por su laboriosidad, organización y fuerza comunitaria, podrían haber sido vistas por los pueblos originales de la región como un modelo para la sociedad humana, o como un importante tótem o símbolo espiritual.

Más allá de su nombre, la alcaldía de Azcapotzalco ha incorporado la imagen de la hormiga en aspectos culturales y hasta urbanos. Un ejemplo de ello es el logo de la estación de metro Azcapotzalco, que incluye la representación de una hormiga, evidenciando el fuerte vínculo identitario entre el emblema de la hormiga y la comunidad.

Imagen de Thelmadatter CC BY-SA 3.0 en Wikipedia