En el contexto del Día Mundial del Sida, que se conmemora el primero de diciembre, la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) advirtieron que el número de nuevas infecciones por VIH no ha descendido en una década en América Latina e instaron a acelerar el paso para alcanzar la meta de eliminación del sida para 2030, tras casi dos años de disrupciones ocasionadas por la COVID-19.
“Pon fin a las desigualdades. Pon fin al sida” es el lema del Día Mundial del Sida de este año, que se enfoca en confrontar las inequidades que impulsan el sida y dificultan el acceso a los servicios esenciales del VIH, en especial para las personas más afectadas, que se han quedado atrás.
“El VIH no afecta a todos por igual. Existen personas que están en mayor riesgo de infectarse, que siguen siendo víctimas de estigma y discriminación, y que no acceden a los métodos de prevención o a la atención que necesitan, y eso es inaceptable”, afirmó la Directora de la OPS, Carissa F. Etienne. “Si queremos terminar con el sida, debemos enfocarnos en aquellas personas en mayor riesgo, y en acelerar la introducción de nuevos métodos de diagnóstico y prevención existentes, así como en garantizarles el acceso al tratamiento más efectivo en forma temprana”, destacó.
Según estimaciones de la OMS y ONUSIDA, 2,4 millones de personas viven con VIH en América Latina y el Caribe. El 81% de las personas estimadas que vivían con el virus en la región estaban diagnosticadas, el 65% recibían tratamiento y el 60% estaban con carga viral suprimida. Por su parte, las muertes por sida se redujeron 27% desde 2010 y el porcentaje de personas con VIH que obtuvieron su diagnóstico en forma tardía bajó del 33% en 2016 al 25% el año pasado.
“Para poner fin al sida para 2030, debemos acabar urgentemente con las desigualdades económicas, sociales, culturales y legales que impulsan el sida y otras pandemias en nuestra región”, dijo Alejandra Corao, Directora Regional interina de ONUSIDA para América Latina y el Caribe. “Aunque existe la percepción de que un momento de crisis no es el más adecuado para priorizar el tratamiento de las injusticias sociales subyacentes, está claro que, hasta que ésta se resuelva, debemos redoblar los esfuerzos para poder superar la crisis”, señaló.
En 2020, la pandemia por COVID-19 impactó los servicios de VIH, comprometiendo la disponibilidad de los tratamientos e interrumpiendo la prestación de servicios, incluyendo las actividades de prevención, la realización de pruebas de VIH (que cayó 34% respecto de 2019) y de otras infecciones de transmisión sexual (ITS), así como los inicios de la terapia antirretroviral entre las personas recién diagnosticadas, según datos de 20 países. La pandemia también retrasó la implementación de la PrEP.
OPS/OMS y ONUSIDA advierten que, al reducirse el testeo y el número de resultados positivos encontrados, existe un riesgo significativo de retroceso en el avance de las metas de eliminación. Ambas organizaciones consideran necesario fortalecer los servicios de salud basados en la comunidad y financiarlos suficientemente para que sean la primera línea de batalla contra el estigma, colocando a las personas y la vigencia de sus derechos humanos al centro de la respuesta a la pandemia.
Sin embargo, la dispensación de medicamentos para varios meses a la vez, la telesalud, las citas en línea, la autoprueba, el envío de medicamentos por vía postal y su entrega a domicilio, así como nuevos modelos de atención dirigidos por la comunidad, han ayudado a mantener los servicios de VIH durante la pandemia de COVID-19.
Las personas preocupadas por la confidencialidad del diagnóstico o que usualmente no son alcanzadas con testeos convencionales, pueden conocer ahora su estado de VIH a través de la realización de una autoprueba desde la comodidad de su casa.
La OPS y ONUSIDA recomiendan este método de diagnóstico – que hasta ahora solo fue introducido por programas nacionales de una decena de países de la región – y lo promueven en la campaña del Día Mundial de este año.
Asimismo, recomiendan desde 2015 la introducción y oferta de la PrEP (profilaxis prexposición), medicamentos que pueden tomar quienes no viven con VIH, pero que tienen un alto riesgo de contraerlo.
Esta población concentra el 92% de los nuevos casos de VIH en América Latina y el 68% en el Caribe. Solo diez países de la región cuentan con políticas públicas de provisión de PrEP, dos países más que en 2019. Sin el impulso de la PrEP a la escala suficiente, la región difícilmente logrará reducir las nuevas infecciones para terminar con el sida para 2030.
Garantizar el inicio del tratamiento temprano y con los medicamentos más efectivos es también fundamental para cortar la cadena de transmisión y salvar vidas. Sin embargo, muchos países están retrasados en adoptar el antirretroviral dolutegravir (DTG) como parte del tratamiento preferido como recomienda la OMS.
En la mayoría de los países de la región, las personas que están bajo un esquema de tratamiento con este antirretroviral, que es más eficaz, más fácil de tomar y tiene menos efectos secundarios que otros, no superan el 50%. Las personas que viven con el VIH y tienen una carga viral indetectable no pueden transmitir el virus.
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