En un crítico momento de duelo, Fernando Savater halla consuelo en la celebración del cuarto siglo de vida de la revista Claves, que cofundó junto a Javier Pradera y que hoy sigue pilotando. También publica uno de sus proyectos más queridos, Aquí viven leones(Debate), un retrato de ocho de sus escritores de cabecera, a partir de los viajes a sus moradas creativas realizados en compañía de su difunta esposa, Sara Torres.
Una revista con la que reflexionar y debatir soplando 25 velas: ¿un milagro o siempre ha habido más intelecto de lo que hemos querido ver?
Nosotros hemos creído siempre que hay una cantidad importante de españoles que no emplean la cabeza para embestir sino para pensar. Claves es una prueba de que teníamos razón.
¿Cree que las nuevas tecnologías pueden articular y promover debates de alguna forma provechosa?
El mundo de Internet y las redes tiene posibilidades fabulosas que apenas comenzamos a explorar. Dentro de otros 25 años, nuestra forma de expresar e intercambiar argumentos será diferente aunque, en esencia, la importancia del pensamiento autónomo y crítico será la misma.
Hay quien desea reducir la filosofía en los planes de estudios…
La filosofía nació en la misma época y cultura que la democracia. Suprimir una es atentar contra la legitimación de la otra.
¿Qué aportó al entendimiento y estima de sus obras visitar los hábitats de los escritores?
Nos hace comprender mejor sus paisajes y da color a su obra. Tras ver dónde vivió un escritor, sus libros pasan del blanco y negro al tecnicolor.
¿Encontró algunas conexiones con su propia guarida o sintió una envidia terrible al verlas?
Envidio su talento, aunque me encanta que lo tengan ellos porque así disfruto más (lo paso mejor leyendo que escribiendo). Pero mis guaridas en Madrid y San Sebastián, que fueron maravillosamente acondicionadas por Sara, mi mujer, no las cambio por ninguna.
Su libro Voltaire contra los fanáticos (Ariel) se ha vuelto a poner terriblemente de actualidad tras los atentados de París. ¿Cómo sería el mundo si se regulara bajo las doctrinas del filósofo?
Voltaire predicó la tolerancia; es decir, saber convivir con quienes piensan o rezan de modo diferente al nuestro. El fanático es partidario del «piensa como yo o muere» y eso convierte la vida en un campo de concentración o en uno de batalla.
Recientemente se ha vuelto a editar su obra El valor de elegir (Ariel), ensayo del año 2003 que gira en torno a la libertad. ¿Vería en este concepto el motor de todo lo demás?
En efecto, el concepto de libertad es básico en el terreno de la ética y en la definición misma de humanidad. Hay muchos planos distintos en la libertad y muchos malentendidos vienen de mezclar esos planos. Este libro intenta desembrollar algo el asunto.
¿De qué manera fue Sara Torres, su pareja, una aliada suya en labores creativas?
De todas las imaginables. Me brindaba temas, discutía resultados, orientaba mi argumentación, era mi primera lectora y mi crítica más exigente, aunque una palabra de aprobación suya valía para mí más que el premio Nobel. Me inspiraba con su sola existencia.
¿Teme que la viudedad pueda acarrear un estrechamiento de sus facultades como pensador y escritor?
La desolación no es buen estimulante y ahora vivo en la desolación. No escribiré más libros, salvo quizá un conjunto de recuerdos de nuestra vida juntos, que no sé si irá destinado a la publicación o a mi uso personal.
¿Qué le motiva en este momento?
No poder olvidarla.
Se avecinan elecciones generales en una España con gran número de frentes abiertos. Antes de ir a votar, ¿qué preguntas cruciales hay que formularse?
Uno debe preguntarse en qué país quiere vivir, pero sobre todo qué cosas no quiere en ese país ideal.