Malala Yousafzai, la activista paquistaní que es considerada el Premio Nobel más joven de la historia -obtuvo el Nobel de la Paz el 10 de diciembre
de 2014, a los 17 años- despertó el interés de Davis
Guggenheim, director ganador del Oscar.
Tras una serie de encuentros y charlas, ambos emprendieron un viaje cinematográfico titulado Él me nombró Malala, mismo que hace un recuento acerca de la vida de esta chica, quien en 2012 fue víctima de un atentado por parte de un miliciano vinculado al régimen talibán, que le disparó en la cara debido a la crítica que ella hacía desde un blog para la BBC.
“Lo interesante de este trabajo es que la gente puede ver a diferentes personas en Malala. Algunas veces es una niña pequeña que pelea con sus hermanos y que se preocupa por hacer los deberes de la escuela, otras veces estará sentada al lado del presidente Obama hablando acerca de los ataques con drones.
“Ella es una niña y al mismo tiempo una mujer de 18 años, que alberga esa dualidad”, precisó en exclusiva el director de 52 años, quien se ganó un Oscar en 2007 por el documental Una verdad incómoda.
Mañana se podrá ver el documental Él me nombró Malala por la señal de Nat Geo. Este trabajo, que se gestó luego de que el director entró en contacto con Malala y su padre en el Reino Unido al estar interesado en el activismo de Malala, se rodó durante dos años en Londres Kenia, Jordania, Nigeria y EU.
“Teniamos muchas horas de material. De todos los documentales que he hecho a lo largo de mi carrera, Malala y su familia han sido los más abiertos. Me permitieron entrar tanto a sus vidas como a sus corazones. Al principio sí hubo una barrera cultural, desde el idioma, la comida, la manera de vestir. Recuerdo que su padre me tocó el cabello, que por esos días era muy largo, y me preguntó si era real”, detalló Davis Guggenheim.
Según lo expresado por el también realizador de los documentales A Mother’s Promise: Barack Obama Bio Film y Esperando a Superman, lo más complejo al realizar este documental fue la parte de la edición, ya que no quería aburrir al espectador. De tal manera se valió de los saltos en el tiempo (uso de flashbacks), así como del género de la animación, para contar algunas cosas, como el origen del nombre de Malala, que hace referencia a una joven que años atrás alzó la voz y fue asesinada.
Tras varios meses de convivir con Malala y su familia, resultaba inevitable no preguntarle al realizador si en sus múltiples charlas con Malala supo si ella tenía miedo de volver a sufrir otro atentado.(Agencias)
Noticias relevantes
-
Cedrón Residencial: Inversión Segura con Fideicomiso y Oficio del INAH Liberado
-
Destacan apicultores caribeños en el UK National Honey Show 2024
-
Busca Gobierno de México fortalecer a Petróleos Mexicanos con nuevo régimen fiscal
-
La realidad de la IA en las empresas mexicanas
-
Es Noemí Espinoza nueva secretaria general de la Asociación de Estados del Caribe