Primero fue la cerveza y ahora el café: en diciembre, la revista Nature Plants advirtió que pronto se tomaría la chela más cara debido al cambio climático, que afecta la siembra y cosecha de la cebada, el principal grano para elaborar la bebida alcohólica más popular del mundo, por lo que habría escasez y, por tanto, el incremento global de precios.

Hoy, el café podría ser la siguiente víctima del calentamiento global: más de la mitad de las especies del brebaje aromático está en riesgo de desaparecer de su hábitat natural, también, por efectos de la deforestación.El cambio climático está haciendo más difícil el cultivo en regiones donde tradicionalmente se produce la planta, entre otras las de Etiopía, lugar de origen del grano más popular del mundo: arábica. Los lugares para el cultivo en el futuro será, en esencia, tierra adentro, donde hace más frío y se buscan variedades extrañas en zonas silvestres.

De acuerdo con un estudio del Real Jardín Botánico de Kew, al oeste de Londres, publicado en la revista científica Science Advances, más de la mitad del café silvestre podría extinguirse; la especie es necesaria para los tipos que se cultivan para el consumo porque ayuda a las plantas a ser resistentes a las plagas o al cambio climático.

Las decenas de variedades que se daban debajo de las copas de los árboles en al menos tres continentes, está en riesgo de desaparecer para siempre: de las 124 especies de café que hay en el mundo, 75 o 60 por ciento está en peligro de extinción por el cambio climático, la deforestación y la propagación de enfermedades y especies nocivas.

Los granos silvestres son cruciales para la supervivencia del café en la era del calentamiento global, porque allí estarían los genes que se necesitan para desarrollar nuevas variedades en un planeta más caliente y más seco. Al final son vitales para los agricultores que viven del grano, sin mencionar a quienes dependen de la cafeína para comenzar el día.

Otro dato revelador es que hay dos excepciones: la arábica, que se cultiva hace cientos de años en África oriental, y la robusta, que pasó de su estado silvestre a ser uno de los productos básicos más importantes en los últimos 100 años.

La pérdida de variedades silvestres es importante no sólo para los botánicos, agricultores y bebedores de café, también significa que habrá menos alimento en una Tierra deteriorada; por ejemplo, la Coffea stenophylla –café de tierras altas de Sierra Leona–, de lento crecimiento, no se había visto en más de 60 años y tras seis horas de caminata fue hallada en una ladera tras haber cruzado la frontera con Liberia.

Actualmente, la producción mundial de café se basa actualmente en dos especies: la arábica (casi 60 por ciento de la producción) y la robusta (el porcentaje restante); además, las variedades silvestres de las que depende la mejora de sus semillas también están en peligro.

Otro estudio, publicado en la revista Global Change Biology, demuestra que si se consideran las proyecciones sobre el cambio climático, el café, del que depende un comercio valorado en 13 mil 800 millones de dólares, también está en peligro de extinción.

Desde sequías prolongadas hasta plagas de hongos, las amenazas sobre las plantas de café son muchas: de las 75 especies en riesgo, 13 están en peligro crítico de extinción, 40 en nivel de amenaza, y 22 son vulnerables. En un momento en que la contingencia es de 22 por ciento, el café está en trance debido a la alta sensibilidad que rodea su ambiente.

En duda

El café mexicano proviene de los arbustos del género Coffea, del que hay dos especies de importancia comercial: la Coffea arábica, de la que se obtienen los cafés más deliciosos del planeta, y la Coffea canephora (robusta), que comenzó a ser utilizada fuertemente por la industria, pero que cada vez tiene más adictos en los mercados tradicionales y de calidad.

La desventaja es que la planta posee poca adaptabilidad a los cambios de su entorno, ya que la información genética es muy limitada: el resultado, plantas muy susceptibles al ataque de enfermedades y al cambio climático, a tal grado que se pone en duda la sobrevivencia del café en el futuro próximo.El café es uno de los cultivos tropicales más importantes no sólo para los 56 países productores del tercer mundo, sino para Estados Unidos, Europa y Japón, que consumen 80 por ciento de la aromática bebida.

De acuerdo al censo del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), la producción del aromático se concentra en alrededor de cuatro mil 300 localidades, distribuidas en 411 municipios y 15 estados: Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Nayarit, Jalisco, San Luis Potosí, Querétaro, Colima, Michoacán, Hidalgo, Estado de México, Puebla, Guerrero y Morelos.

Además, una parte sustancial de la producción es cosechada por población indígena en 351 de los 411 municipios plenamente reconocidos como cafetaleros; de esos, 200 tenían población indígena (25 por ciento o más de su población).

En 94 son “muy indígenas” (más de 75 por ciento de su población hablan una lengua diferente al español), y dentro de ese sector están representados casi 30 grupos indígenas, entre los que destacan zapotecos, mixtecos, mixes, mazatecos, totonacos, nahuas, huastecos, tzeltales, zoques, tojolabales, huicholes y chatinos.

Por Carlos Águila Arreola