Es el actor con más éxito de Hollywood, la estrella del momento, el hombre más buscado en la taquilla a juzgar por los 460 millones de euros que amasó su último filme, Batman v. Superman: el amanecer de la justicia, tras su estreno mundial el pasado fin de semana. Y sin embargo, lo único imponente de Ben Affleck durante esta entrevista es su cuerpo, ese que se extiende por sus 1,92 metros de alto. Un actor grandote, a veces (no ahora) con kilos de más, que hoy llega encogido de hombros, diría que hasta magullado por esos arañazos que muestra en las manos. “Estuve jugando con mi hijo y me arañé. No es nada. Sobreviviré. No soy el hombre de acero, pero tengo lo que hay que tener”, se ríe. Otros golpes se ven menos, pero son más sonados.
La película ha generado millones, un estreno sin precedentes en Estados Unidos, el más taquillero fuera de la temporada estival, pero sus críticas han sido demoledoras. Calificada como “un crimen contra los aficionados al cómic” o como el filme que “te hará odiar a Batman”. “No hay nada súper” en este enfrentamiento de superhéroes,” añade otra, mientras que los hay que, parafraseando el título, dicen eso de “el amanecer de lo malo”. Esos comentarios vapulearon a Affleck desde el primer día, cuando el anuncio de su participación como el hombre murciélago fue recibido con un abucheo viral y una petición en Change.org para que cambiaran al actor. La tristeza de la estrella de 43 años ante esta continua crítica también se ha convertido en un meme repetido más de 13 millones de veces desde que se vió la cara de pena de Affleck en respuesta a las críticas recibidas.
El suyo es un rostro siempre en busca de perdón, como pidiendo disculpas, ya sea por su súbito éxito junto a Matt Damon, su amigo de infancia, con El indomable Will Hunting; por los fiascos —con o sin éxito— que ha hecho; por sus sonados amores con Gwyneth Paltrow o JLo, y por sus desamores con Jennifer Garner. Él es el primero en quitarle hierro a todas estas críticas. “Empecé repartiendo pizzas. Nada de arrancar en la cumbre como dicen algunos”, dice algo más distendido, respondiendo a quienes piensan que el Oscar que consiguieron en 1998 esos dos chavales desconocidos llamados Ben y Matt les cayó del cielo. “No voy por ahí pensando en mi estatus o en mi carrera. Busco proyectos que me interesen y no puedo estar más contento, más agradecido o sentirme más afortunado que con las oportunidades que se me brindan”, admite incluyendo, cómo no, su último éxito. El hijo de una profesora de escuela también es un hombre realista. No evade con su discurso las críticas que le han llovidodurante todos estos años, en especial en los últimos meses, en los últimos días. “Sabía que mi elección como Batman no era nada convencional, que no tenía nada que ver con lo que la gente tenía en mente. Pero mi esperanza fue hacer el mejor trabajo posible y que la gente, al final, fuera capaz de apreciarlo”.
“Sabía que mi elección como Batman no era nada convencional. Pero mi esperanza fue hacer el mejor trabajo posible”
A juzgar por los números de taquilla, la gente le ha perdonado. Y los estudios, especialmente la Warner Bross, detrás de esta franquicia, se frotan las manos. Affleck ya ha rodado como Batman su parte en Escuadrón suicida y continuará en este universo de la DC con Justice League. Además, están las próximas entregas de Batman como protagonista, algo no confirmado pero obligado cuando alguien tiene este éxito. Unas secuelas donde Ben podría ser el realizador, algo que estuvo sobre la mesa con Batman v. Superman: el amanecer de la justicia. “No te sabría explicar por qué estos héroes siguen tan vigentes, incluso cuando los tiempos han cambiado radicalmente. Pero Batman sigue ahí, tan de moda como cuando lo interpretaba Adam West. Quizá porque no es solo un superhéroe sino alguien como nosotros, un tipo normal con sus flaquezas y sus puntos débiles”, asegura sobre el tipo de personajes que más le gustan.
El único punto débil que Affleck admite en esta conversación es su pasión por la comida basura. “Las hamburguesas. Y cuanto más grasientas, mejor”, se relame a sabiendas de que no debe probarlas por cuestión de peso y colesterol. No habla de sus otros muchos puntos débiles. Por ejemplo, el alcohol, una adicción que le llevó a un centro de desintoxicación como años antes le sucediera a su padre. O el amor, incapaz de mantener una relación por sólidos que parecieran sus 10 años de matrimonio con Jennifer Garner. “Siempre lo he dicho: cuando su sol te ilumina, te baña. Pero cuando brilla en otra dirección, te deja helada”, dijo Garner en la revista Vanity Fair hablando de quien describió como el amor de su vida.
El actor, guionista y director no quiere hablar del tema y es tajante. “No sé lo que hace funcionar un matrimonio en Hollywood y eso es todo lo que tengo que decir a esa pregunta”, zanja manteniendo la mirada. Aún así tiene palabras de cariño para Garner con quien intenta mantener la mejor de las relaciones por el bienestar de sus hijos. “Jennifer es una madre excelente, una mujer extraordinaria, y soy muy afortunado criando con ella mis tres hijos”, añade sin que nadie le pregunte. Se nota que ellos lo son todo: Violeta, de 10 años; Seraphina, de 7, y especialmente Samuel, de 4. “A él le gusta el Batman de los años 50 y tiene confundido al repartidor de Fedex con el Joker”, repite de una anécdota familiar que lleva contando mucho estos días. ¿Y de su Batman, qué piensan los suyos? “Cuando me vieron en el rodaje les echó un poco para atrás y fue peor cuando me quité la máscara y me vieron con los ojos pintados de negro. Pero a estas alturas son cosas de su padre”, afirma divertido.
La narración no puede ser más familiar. Lo mismo que esas últimas instantáneas robadas el domingo de resurrección mientras iba a misa con su exesposa y los dos más pequeños. Momentos en los que es imposible pensar en esas rumoreadas infidelidades a las que sacó punta el humorista Ricky Gervais durante la última entrega de los Globos de Oro. O en esos tatuajes de colores chillones (supuestamente perecederos) de los que se burla hasta la otra Jennifer de su vida, JLo. Es la misma dualidad que vive como artista, siempre considerado el actor menos arriesgado del dúo Affleck-Damon, pero alguien capaz de reírse de los Oscar cuando ganó la estatuilla a mejor película con Argo después de que la Academia le hiciera el feo y le dejara sin nominación a mejor director. La dualidad de un hombre de familia que solo piensa en seguir actuando. “Cuando empiezas tu carrera de audición en audición el ansia nunca desaparece. Te pasas el resto de tus días pensando en cuál será tu próximo trabajo”. En su caso, concluir Live by Night, su cuarta película como director, antes de dirigir sus pasos junto con toda su familia a Europa para rodar Justice League rodeado de los que más quiere, incluida su exesposa.(Agencias)
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