El pasado sábado el Teatro de la Ciudad se convirtió en un templo del arte flamenco, donde las cuerdas de la guitarra de Antonio Rey resonaron como un eco ancestral. Rey, un virtuoso reconocido con dos premios Grammy Latino, uno otorgado en 2020 y otro en 2024, llegó a tierra maya para ofrecer una experiencia profundamente emotiva, un rito vibrante donde cada nota porta la memoria de un legado cultural. Su talento no solo cruzó océanos; también entrelazó las raíces del flamenco con la esencia de México, creando una llamarada que danzó con el tiempo, con grandes talentos mexicanos acompañándolo Mara Miramontes, Javier Hinojosa, Emilio Masari, Fernando Soto y Aleks Chapa.
La noche comenzó con una calidez palpable, donde el artista principal, vestido elegantemente con un pantalón y un jersey negro, saludó al público con agradecimientos sinceros, destacando su conexión personal con Cancún, reforzada por la presencia de su hermana en la ciudad. Esta conexión íntima estableció un puente emocional que permitió a los asistentes disfrutar aún más de cada interpretación, sintiendo el cariño que el guitarrista tiene por el escenario frente a él.
Antonio Rey, conocido como custodio del ‘duende’, hizo un emotivo homenaje a las leyendas del flamenco que han marcado su trayectoria, mencionando a Paco De Lucía como una figura inspiradora. Además, reconoció a Juan D’Anyelica, su maestro y mentor, quien ha sido un pilar fundamental en su desarrollo artístico. Esta mención creó un claro vínculo entre la tradición y la evolución de este género en México, resaltando la importancia de la enseñanza en la continuidad del arte.
El espectáculo inició con fuerza gracias a la percusión de Aleks Chapa, quien estableció desde el primer acorde el ambiente perfecto para esta celebración del flamenco. La energía vibrante se intensificó con la llegada del bajista Emilio Masari en la segunda pieza, cuya musicalidad robusteció la atmósfera, manteniendo a los espectadores al borde de sus asientos.
Uno de los momentos más esperados de la noche llegó con la actuación de la talentosa bailaora Mara Miramontes, reconocida como una de las mejores en México. Con cada movimiento, Mara narró historias que resonaron en el corazón del público, combinando pasión y técnica de manera impecable. Su actuación fue un verdadero espectáculo sensorial, donde la música y la danza se entrelazaron, transportando a la audiencia a un mundo de emoción pura.
El cierre de la velada fue igual de memorable, cuando el maestro Juan D’Anyelica y su pequeño heredero musical Pakito, subieron al escenario. Acompañando a su pupilo, imprimieron su inconfundible toque, transformando el evento en un homenaje a la maestría del flamenco. Este momento simbolizó la perpetuidad del ciclo de enseñanza y aprendizaje, vital para el crecimiento y la evolución de cualquier artista.
La noche flamenca en el Teatro de la Ciudad fue un agasajo a los sentidos, donde los amantes del flamenco tuvieron la oportunidad de experimentar una presentación excepcional. La sala, llena como pocas veces, se convirtió en testigo de la riqueza y profundidad de este género artístico. La respuesta entusiasta del público pone de manifiesto la urgencia de continuar trayendo espectáculos de calidad a Cancún, un lugar donde siempre hay espacio para las buenas propuestas y el arte en su máxima expresión. Que continúen llegando noches como esta, reafirmando a Cancún como un polo cultural vibrante en el corazón de México, donde el flamenco vive y respira en cada rincón.








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