Elaborar vinos mexicanos y acqua de vid de calidad para los mexicanos es la filosofía que ha impulsado a Myrna Liceaga y que le ha permitido mantener su lugar en el mercado, pese a que ha descartado recurrir a la exportación.
“No voy a exportar, no me interesa, es un producto para México, ¿o es que quieres vender tu vino en tres dólares? Si pudiera sembrar otras ocho hectáreas y fueran mis uvas a lo mejor, pero yo comprando esas uvas no tiene caso, no gano, ¿estar por qué, competir con quién? Yo hago vino para nosotros y los americanos aquí se lo toman”, acotó.
Con una plantilla de 22 empleados, además de una producción que oscila entre cuatro mil y cinco mil cajas al año, así como ocho hectáreas sembradas, Viña de Liceaga es una vinícola pequeña –y la primera en la Ruta del Vino–, que aun cuando requiere de-sembolsar entre mil 600 y dos mil dólares para comprar insumos a productores locales de los valles de Guadalupe y San Vicente se encarga de cuidar todos y cada uno de los detalles en sus procesos de producción, para ofrecer un producto premium en cada botella.
Incluso, el fallecimiento de su esposo impulsó a Myrna a ampliar su portafolio, que pasó de tres a ocho etiquetas, el está conformado por dos destilados: acqua de vid (grappa) de Orujos de uvas rojas y Orujos de uva Moscatel; los tintos Etiqueta L, de uva Syrah y Merlot; 43/60, de Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot; Viña de Liceaga Gran Reserva, elaborado con uvas Merlot y Cabernet Sauvignon; Melvin, de Cabernet Sauvignon; La Rosa, producido con Grenache, Merlot y Syrah, además del vino dulce Delicea, hecho a partir de uvas sobremaduras de Merlot.
“Gran Reserva fue un vino muy significativo, porque fue el primer vino emblemático que tuvo la empresa, porque fue ganador de todos los premios y hoy por hoy tiene la mención del ser el vino fino de México (…). Las expectativas que tengo son conservar mis etiquetas basado en la esperanza de la lluvia, que viene cíclica. Ahorita venimos de cuatro años de sequía, porque ha llovido, pero no lo necesario, y pienso que las fuertes lluvias a finales del año repondrán en cierta medida la escasez de agua que tenemos”, aseguró la empresaria.
El acqua de vid es otro producto icónico de su portafolio, aunque su elaboración por el momento está descontinuada, ya que fue necesario hacer una producción para diez años al poner la máquina en operación.
“Para poderla hacer, aparte de traer la máquina de tan lejos, tenía que estar toda una instalación, haber una caldera, ósmosis inversa y hasta que se tuviera todo iba a venir un técnico a echarla a andar.”
Así, para elaborar este producto fue necesario un alambique italiano de cobre y acero Cadalpe, hecho en Italia –para el cual fue necesario invertir 95 mil dólares–, de forma que Viña de Liceaga es la única empresa en Latinoamérica en operar uno en su tipo.
“Él (su marido) tenía un proyecto muy importante para la grappa, pero se enfermó. Estuvo cuatro años convaleciente y en deterioro total hasta que murió en 2007; entonces ya no se hizo y cuando yo retomo la vinícola, lo único que quiero es hacer más etiquetas, no tener sólo tres.”
Mayor incursión
Además de estas expectativas, una amplia y elegante sala de degustación –donde comercializa 60 por ciento de sus productos–, aparte de los contactos con restaurantes, enotecas, la participación en eventos y la colocación de su portafolio en tiendas de prestigio han permitido dar a conocer la marca y posicionarla en estados como Sonora, Guanajuato, Querétaro y el Distrito Federal, así como abrir nuevos canales de venta.
Visión de negocio
De esta forma, el ingenio de Myrna Liceaga no se limita sólo a un producto, ya que ha sabido explotar su negocio y ofrecer otras alternativas a los clientes, al adecuar su viñedo para ser el marco de eventos sociales, lo que le dio mayor liquidez a su core business.
“He hecho varios nichos de entrada de dinero para la empresa después de él: el bosque, terminar la sala de degustación, abrir la empresa bodega limpia, que se dedica a la limpieza de barricas, dar catas especiales y ahora querer abrir un hotel con ciclovino (una ciclovía en el viñedo) que no sólo van a poder usar las personas que estén hospedadas”, puntualizó.
Es así que la compañía prevé destinar 15 millones de pesos para la construcción del hotel boutique, con diez habitaciones, necesario para los miles de turistas que visitan cada año el Valle de Guadalupe y que tienen que buscar alojamiento en ciudades aledañas como Ensenada, Rosarito e incluso Tijuana.
Éste incorporaría un concepto ecológico y sustentable, en armonía con las 11 hectáreas del bosque de encino que hay junto al viñedo. Los recursos para el proyecto serían adquiridos por medio de financiamiento bancario y empresas de gobierno del estado a fondo perdido, además de la ciclovía, que permitiría el acceso de los visitantes en la noche y que estará iluminada por medio de celdas solares.
“Pienso que diez habitaciones va a ser el inicio de un hotel que terminará siendo de 30, no más. Se necesita muchísimo en el Valle, no tenemos capacidad con los conciertos y obras de teatro, no hay dónde se hospede la gente. El Valle tiene que llenarse de hoteles chicos”, expuso.
Para finalizar, la directora de Viña de Liceaga aseveró: “Los mexicanos tenemos algo muy particular: los mexicanos somos muy emprendedores y estamos forjados en la adversidad. A pesar de todo lo desfavorable que es en cuanto a tener que comprar un casquillo en Estados Unidos, un corcho que da la vuelta por todos lados, porque viene de Portugal, a pesar de eso estamos aquí hoy haciendo vino de calidad, estamos de pie y podemos decir que hacemos vino en México”.(Agencias)
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