El cultivo del henequén fue parte importante de la economía mexicana en la península de Yucatán, desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Este producto natural era endémico del estado de Yucatán, sobre todo en el oriente de esta región, fue tal su éxito dentro del mercado que muy pronto se comercializó de manera internacional, importándose a Estados Unidos de Norteamérica, Francia e Inglaterra, se llegó a producir hasta 129,000 toneladas de esta fibra.
Haciendas Henequeneras
Las haciendas henequeneras eran verdaderos gigantes de la industria, abarcaban miles de hectáreas para la siembra, cosecha y el proceso de comercialización del soskil (cáñamo o fibra natural obtenida de las pencas del henequén), incluso eran consideradas como pequeñas ciudades autónomas en las que contaban con tiendas de raya y hasta su moneda con su propia efigie, eran lugares de donde jamás salían sus trabajadores.
La Fiebre del Oro Verde
La demanda de henequén creció descomunalmente a tal grado de no darse abasto con la mano de obra, los pobladores vecinos se negaban a trabajar en ellas por la conocida explotación laboral que se vivía, además de tener producción independiente en menor cantidad, por lo que muchos hacendados optaron por la contratación de empleados migrantes, fue entonces que voltearon a ver a los que venían del imperio Otomano, aunque el imperio Otomano no abarcaba un solo país, pues estaba Líbano, Siria y Palestina, que fueron los migrantes de la primera ola que se instalaron en la península de Yucatán y se dedicaron al comercio ambulante, principalmente a la venta de textiles.
Los Coreanos
Por otro lado los que se llevaron la peor parte fueron los coreanos, que habían perdido un imperio y que muchos de los que llegaron a este país venían de familias nobles que sirvieron directamente a la familia real de aquel lejano país, y que al exiliarse en México se les ofreció trabajo en las haciendas henequeneras, con un contrato de 4 años y la promesa de una vida digna, nada más alejado a la realidad, se les quitaron sus documentos de inmigración y fueron explotados por muchos años, casi esclavizados, los endeudaron en las tiendas de raya donde los productos eran sumamente costosos y acumularon deudas impagables, heredando las deudas a sus hijos y nietos.
Obligados a trabajar de sol a sol, sin garantía de una vida digna ni servicios de salud, los coreanos ya formaban parte de las colosales haciendas y experimentaban la esclavitud en carne propia, obligados a obedecer ordenes de capataces infames que ni siquiera hablaban el mismo idioma, por lo que la comunicación era casi nula, por otra parte al convivir de manera muy cercana con los mayas que trabajaban en las mismas condiciones que ellos, se fueron entendiendo rápidamente, adoptando la lengua nativa de manera más fluida e inmediata, muy pronto los coreanos eran maya hablantes y no hablaban mucho español, más que lo esencial.
La Mezcla Intercultural
Pronto se dio una nueva mezcla de razas, la coreana y la maya, lo que dio como resultado un mestizaje que podría hablar dos lenguas ajenas al español dentro de una nación colonizada por españoles y que no hacía mucho tiempo se había independizado del país europeo, pero no de sus costumbres y lengua.
Los coreanos y mayas ya eran una familia que se encontraba bajo el mismo yugo y no había mucho que hacer para deshacerse de él, fue hasta 1905 que el gobierno coreano pidió razón de sus compatriotas pues sabían que trabajaban en condiciones inhumanas y exigían al gobierno mexicano que se les repatriara pero recibieron como respuesta que no podría ser por que se encontraban bajo contrato y ya habían acumulado deudas que tenían que pagar, por lo que en ese momento no pudieron hacer nada por que la explotación laboral en las haciendas estaban avaladas por el gobierno mexicano presidido por Porfirio Díaz.
Segundo Intento de Rescate
En 1908 hubo otro intento de rescatarlos, ahora por parte del gobierno de Japón por medio del cónsul que estaba en Estados Unidos que tenía el protectorado sobre Corea, tras haber ocupado dicha nación y la caída del imperio, pero al no tener contacto con los 1085 coreanos sometidos volvió a fallar el intento
Finaliza la Fiebre Verde
Al final el calvario terminó en 1916 cuando el auge del henequén llego a su fin y los jornaleros se quedaron sin trabajo, lo que significó la libertad para los coreanos sobrevivientes de aquellas majestuosas prisiones llamadas haciendas henequeneras. Cabe mencionar que en el transcurso de este proceso hubo coreanos prófugos que decidieron huir para no ser esclavos y que se les perdió la pista por lo cual no existe un registro.
La explotación del henequén a gran escala fue a raíz de la guerra de castas, de 1850 a 1916, en la actualidad aún sobreviven algunas haciendas fuera de función y en ruinas, que guardan una parte de la historia de México, desafortunadamente no se les da mantenimiento y se irán perdiendo con el tiempo.
Este artículo fue publicado originalmente en Peregrineros.wordpress.org y es reproducido por Caribempresarial.com con permiso de sus autores. Para ver el artículo original visita este link: https://peregrineros.wordpress.com/2021/09/09/los-coreanos-el-lado-oscuro-de-la-fiebre-del-oro-verde-en-la-peninsula-de-yucatan/