Los altares de muerto del Hanal Pixán

El día de muertos es una de las fiestas más importante en el calendario mexicano y una de las celebraciones mexicanas más famosas en el mundo, tanto, que diferentes nacionalidades la han adoptado e inyectado su propio toque.

En el territorio mexicano existen variaciones de la misma, una de ellas es el Hanal Pixan que se celebra en la Península de Yucatán, donde la cultura maya está más viva que nunca.

Cada año en toda la Península, se celebra el evento cuyo nombre significa “Comida de las ánimas” y tiene una forma peculiar de colocar los altares que serán visitados por los difuntos, explica Alltournative, empresa que cada año realiza eventos y recorridos especiales para conmemorar la fecha.

“Un altar es una representación o símbolo de las creencias o ritos que logran evocar misticismo, es un lugar que resulta ser casi sagrado. Costumbre única de los seres humanos para expresarnos en comunidad y, ¿por qué no? donde ocurre la magia. Cada elemento tiene un significado y es asombroso cómo los objetos, en cierto lugar o forma, logran decir tanto sin la necesidad de usar palabras”, explican.

Esto mismo pasa al sur del país, específicamente en Yucatán, donde el Hanal Pixán tiene sus propias reglas, y sus altares utilizan elementos muy diferentes a los que conocemos, por ejemplo, no se coloca papel picado, ni calaveritas de azúcar, ni pan de muerto: “en términos generales es un poco más minimalista, elegante y significativo”, comentan.

“Su principal diferenciador es que sobre un mantel blanco se colocan siete “jícaras” o recipientes circulares rústicos, cuatro de ellos representan a los niños en cada punto de los extremos de la milpa, y tres a las niñas alrededor del “comal”; su contenido va entre chocolate, atole de maíz o harina y agua, acompañado de pan, frutas y dulces”, añaden.

Los guisados populares que se colocan son: el relleno negro, escabeche y los “pibes” o “mucbipollos”, nombre maya que hace referencia al “pollo enterrado”, método tradicional que consiste en hacer un hueco en la tierra en el que se colocan piedras y maderas al fondo. Éstas al calentarse cuecen el “pib” cubierto con hojas de plátano y tierra.

Justo al centro y en la parte más alta del altar se coloca una cruz de madera pintada de color verde que representa el Yaxché, un árbol sagrado maya que une al mundo: la ceiba blanca (norte), la ceiba amarilla (sur), la ceiba roja (este) y la ceiba negra (oeste). Además, a este altar se añaden siete montones de trece tortillas de maíz hechas a mano, los cuales representan los numerales del calendario maya Tsol K´iin y el maíz representa la vida.

“Por último, pero no menos importante, se colocan fotografías de los difuntos que esperamos, flores de cempasúchil, dulces, veladoras, sal, incienso y la comida que más le gustaba a nuestros familiares y amigos que partieron al más allá”, añaden.

Imagen de Marisol* en Flickr