La planta carnívora mejor conocida es Venus Atrapamoscas (Dionaea muscipula) debido a que entre los pocos individuos de su especie puede moverse y cerrar sus trampas para atrapar a sus presas. Sin embargo, en el mundo hay cerca de 600 de estas especies, de las cuales aproximadamente 326 pertenecen a la familia de las lentibulariáceas, que integra al mayor número de plantas carnívoras. Dentro de este grupo se halla la Pinguicula o Pingüícula, género del que forman parte 90 especies, de las cuales unas 50 son endémicas de México, es decir, no crecen en ningún otro lugar del mundo.
Las pingüículas –conocidas también como grasillas o violetas de barranco– son hierbas que crecen en casi todo el territorio mexicano, principalmente en bosques templados, cerca de cuerpos de agua como ríos y cascadas y en algunos ambientes semidesérticos. Crecen con forma de roseta, es decir, no poseen un tallo visible y por lo general sus hojas se hallan al nivel del suelo. Sus flores son llamativas y se asemejan a las violetas.
Pasan desapercibidas a simple vista, pero cuando se les pone atención y observa puede advertirse que sus hojas están cubiertas con gotas diminutas de una especie de pegamento, en el que quedan atrapados insectos, principalmente mosquitos. Una vez que uno de éstos cae en sus trampas, la planta secreta enzimas digestivas que lo ahogan y degradan para posteriormente absorber sus nutrientes.
México es el país con más especies del género Pinguicula en el mundo, aunque su población en general las desconoce, a diferencia de lo que ocurre en muchos países europeos, donde son muy apreciadas y alcanzan precios por encima de los 20 euros entre los coleccionistas de plantas exóticas, quienes además de la belleza de sus flores disfrutan de su relativamente sencilla reproducción. Para los coleccionistas del país es decepcionante enterarse vía Internet que en el viejo continente se encuentra a la venta un catálogo de pingüículas mexicanas más grande que el que pueda encontrarse en México.
Desde hace años, muchos coleccionistas extranjeros, principalmente europeos, vienen a territorio nacional con el propósito de colectar estas especies tanto para su estudio como para su comercialización, lo cual explica por qué en tiendas europeas hay más pingüículas que en las tiendas mexicanas. Pero poco a poco ha ido creciendo el interés en ellas y actualmente se comercializan más especies que hace 10 años, cuando apenas se cultivaban cuatro de las 50 que hay en el país.
En los últimos 30 años, el doctor en ciencias, Sergio Zamudio Ruiz, ha contribuido al estudio y descripción de nuevas especies de Pingüícula, pero es necesario que haya más investigadores dedicados a su estudio y preservación, porque algunas están peligro de extinción debido a que son escasas en su hábitat natural es escaso o se halla amenazado por la degradación ambiental y las obras antropocéntricas; por el saqueo de los traficantes de esas especies y porque no se encuentran protegidas por la ley. Por ello es indispensable que la población conozca la existencia y la importancia de la preservación y estudio de las pingüículas, a fin de que se sume a los programas destinados a la conservación de nuestras especies y ecosistemas.
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