La cumbre del G20, organizada en Río de Janeiro bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, ha iniciado con la llegada de líderes mundiales y representantes de naciones invitadas. Este foro, que reúne a las principales economías del planeta, marca un momento crítico para abordar desafíos globales urgentes y proponer soluciones efectivas.
El evento se desarrolla en el Museo de Arte Moderno de Río, un lugar emblemático que acoge a jefes de Estado y de Gobierno de 55 naciones y organizaciones. La llegada de los primeros mandatarios transcurrió en un ambiente de alta seguridad, con la presencia destacada del secretario general de la ONU, António Guterres, y el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga. Líderes como Pedro Sánchez (España), Gabriel Boric (Chile) y Santiago Peña (Paraguay) también fueron de los primeros en llegar, marcando el inicio de intensas negociaciones.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y otros líderes destacados como Xi Jinping (China), Claudia Sheinbaum (México), Javier Milei (Argentina), Narendra Modi (India), Emmanuel Macron (Francia) y Olaf Scholz (Alemania) participarán activamente en discusiones que giran en torno a tres ejes fundamentales: la lucha contra el hambre y la pobreza, la reforma de la gobernanza global y la transición energética. Este enfoque no solo refleja preocupaciones sociales y económicas, sino que también subraya la necesidad de un esfuerzo colectivo para combatir estos problemas a escala mundial.
Una notable ausencia en esta cumbre es la del presidente ruso, Vladímir Putin, quien decidió no asistir debido a la orden de captura en su contra y para evitar interferir en el trabajo del foro. Su falta podría influir en la dinámica de las conversaciones, considerando que Rusia juega un papel relevante en el ámbito económico y geopolítico.
La Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza, que será lanzada oficialmente durante la cumbre, busca unir esfuerzos internacionales para erradicar el hambre y fomentar el desarrollo sostenible. Esta iniciativa se presenta como una respuesta directa a la crisis alimentaria que azota múltiples regiones y resalta la importancia de una colaboración efectiva entre naciones para enfrentar este desafío.
Los participantes del G20 representan aproximadamente el 85% del PIB global y dos tercios de la población mundial, lo que refuerza la relevancia de la cumbre en la búsqueda de consensos que propicien cambios positivos. Los líderes deben utilizar su influencia económica y diplomática para abordar las crisis actuales y trabajar hacia un futuro más equitativo y sustentable.
La presidencia brasileña ha establecido claras prioridades para esta reunión: la lucha contra el hambre, la transición hacia energías renovables y la reforma de las instituciones internacionales. Estos temas no son solo cuentas pendientes, sino que reflejan un compromiso auténtico con el bienestar global y el desarrollo a largo plazo.
Al cierre de la cumbre, se espera que los líderes adopten una declaración conjunta que fortifique el compromiso de los países miembros hacia una cooperación más robusta y eficaz. En un contexto donde el poder global se redistribuye cada vez más entre economías emergentes, el G20 se convierte en un foro vital para abordar los retos contemporáneos y potenciar un diálogo constructivo que favorezca al conjunto de la humanidad.
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