Los quintanarroenses lo sabemos bien: la temporada de huracanes en el Caribe puede bien considerarse un deporte de riesgo, que obliga a estar permanentemente en estado de preparación, previsión y alerta.
Casi casi por instinto, en casa, empezamos preparativos con semanas de antelación, comprando algunos enlatados extra al ir al super, probando el estado de las lámparas portátiles, renovando el stock de baterías, agregando un garrafón de agua extra en la despensa, todo por si acaso.
Por eso no es de extrañarse que las previsiones sobre Beryl, el primer huracán de la temporada 2024, pusieron en alerta a toda la Península de Yucatán, sobre todo una vez que emprendió su camino por la región, oscilando de categoría en categoría a lo largo de toda su trayectoria, manteniéndonos al borde del asiento.
El viernes pasado por la mañana azotó Quintana Roo, como categoría 2, con vientos máximos sostenidos de 175 kilómetros por hora y rachas de 220 kilómetros por hora al norte del municipio de Tulum.
Los que hemos vivido aquí por años sabemos que en Quintana Roo nos destacamos por nuestra cultura de la prevención, que hemos desarrollado a través de las múltiples y cotidianas experiencias en este tipo de fenómenos meteorológicos, se sumó, en esta ocasión un impresionante trabajo de coordinación encabezada por la Gobernadora del Estado, Mara Lezama, que se convirtió en emisaria de las medidas de prevención, ya que lejos de informar desde el escritorio, como suelen hacer los gobernantes, Mara lo hizo desde el lugar de los hechos.
Desde días antes, la vimos informando con naturalidad y firmeza, pero sobre todo con la claridad y seguridad necesaria para que los quintanarroenses, caminando las calles, platicando con los ciudadanos, brindando confianza desde la Zona Maya hasta los polos turísticos, para que cada uno de los habitantes del estado hicieran suyas las medidas, que al final trajeron como resultado, daños mínimos y una reactivación casi inmediata de la vida económica y social.
El saldo de Beryl en Quintana Roo consistió en fallas de energía eléctrica en Cozumel, Isla Mujeres, Tulum y Felipe Carrillo Puerto, 4 personas rescatadas por inundación en sus hogares; 57 árboles, 17 postes y 2 bardas caídas; además, 2 fugas de gas, varias techumbres de viviendas dañadas y múltiples encharcamientos, pero ningún lesionado de gravedad.
Es verdad, como algunos dicen, que “la temporada apenas empieza”, que al final “Beryl no pegó tan fuerte”, y que “nomas es una probadita” de una temporada que según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) será mas intensa de lo normal y traerá consigo entre 17 a 25 tormentas con nombre en total de las cuales entre 4 y 7 podrían llegar a ser huracanes categoría 3, 4 y 5.
Como testigo de fenómenos meteorológicos de gran calibre, como Wilma en 2005, el más devastador en la historia del estado con sus 63 horas de afectación continua y 6 municipios declarados zona de desastre; y por supuesto, Gilberto que en 1988 cobró la vida de 225 personas, puedo decirles, que, si bien empecé como todos en alerta, al final, y viendo hacia atrás quedo tranquila.
Para mí, Beryl fue una especie de simulacro bien real, y mostró que Quintana Roo es capaz de enfrentar esta temporada.
Por eso me uno a las felicitaciones que a estas alturas ya han dado la vuelta al país, y que reconocen la labor que desde el gobierno del estado se realizó para lograr que, pese a todas las proyecciones, el primer huracán de la temporada no pasara a mayores en el Caribe Mexicano.
Por Talina González
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