Gustavo Ortega, un empresario originario de Cozumel y fundador de la vinícola El Cielo, ha transformado la industria del vino y el enoturismo en Baja California desde su llegada al Valle de Guadalupe en 2013. Su visión y compromiso han posicionado a la región como un destino turístico de renombre internacional, atrayendo a miles de visitantes anualmente.
“Cuando llegué, aunque ya existían otros proyectos como Santo Tomás y Monte Xanic, el enfoque en el turismo vinícola era incipiente. El Cielo vino a ser un detonante para la industria no turística”, comenta Ortega mientras recuerda sus inicios. Antes de la pandemia, su vinícola recibía aproximadamente 150,000 turistas al año; hoy, ese número se ha ajustado a alrededor de 100,000. A pesar de la reducción, Ortega enfatiza que el perfil de los visitantes ha cambiado, buscando experiencias más cercanas y completas.
Uno de los logros más destacados de El Cielo fue recibir cuatro diamantes otorgados por la American Automobile Association (AAA), un reconocimiento que confiere un alto estándar de calidad y es comparable a la guía Michelin en el ámbito restaurantero. “Somos solo tres establecimientos en Baja California que lo tienen”, menciona con orgullo. Esta distinción, fruto de una intensa colaboración con el Grupo Presidente, también resalta la calidad de su oferta y servicios.
El futuro del enoturismo en México parece prometedor para Ortega, quien ha diversificado su línea de vinos a más de 25 etiquetas y ofrece a otras marcas la oportunidad de crear vinos personalizados. Esta estrategia no solo fomenta alianzas comerciales, sino que también contribuye al desarrollo económico de la región, permitiendo que nuevos actores entren en el mercado.
La responsabilidad social es otra de las prioridades de Ortega. “Estamos comprometidos a retribuir a la comunidad”, afirma, señalando sus colaboraciones con ONGs y la remodelación de espacios educativos en Ensenada. Para él, el éxito de la vinícola no solo se mide en términos económicos, sino también en su impacto positivo en la sociedad.
Durante la entrevista, Ortega reflexiona sobre la riqueza gastronómica de México, destacando el talento de jóvenes chefs que reinventan la cocina tradicional. “Cada rincón del país tiene mucho que ofrecer”, dice, subrayando cómo la fusión de sabores autóctonos con la vinicultura puede crear experiencias culinarias memorables. Esta sinergia seguirá posicionando a Baja California como un destino gastronómico líder.
Ortega también ha innovado con la creación de un Wine Club, inspirado en el modelo exitoso de venta directa a consumidores en Estados Unidos. Aunque al principio enfrentó retos legales relacionados con pagos automáticos, su perseverancia ha dado frutos. La bodega ha establecido alianzas estratégicas, incluso con Amazon, para facilitar la compra en línea, lo que ha mejorado considerablemente la experiencia del cliente.
“El Cielo ha logrado adaptarse a los cambios del mercado, especialmente durante la pandemia”, explica Ortega. La digitalización y la logística son pilares fundamentales de su operación, asegurando que cada botella llegue en condiciones óptimas al consumidor. Este enfoque en la calidad va más allá de la producción; también incluye la capacitación del personal, donde la mayoría son sommeliers, garantizando un servicio excepcional.
Con una producción anual de aproximadamente 30,000 cajas, Ortega planea seguir expandiéndose, pero siempre priorizando la calidad sobre la cantidad. “Hemos plantado más viñedos y estamos optimizando nuestros recursos”, dice. Su meta es probar que los vinos mexicanos pueden competir en calidad en el mercado internacional, particularmente en Europa, donde la competencia es feroz.
La conversación se extiende a los retos que enfrenta El Cielo en la búsqueda de ingresar al competitivo mercado europeo. A pesar de la sobreoferta, el empresario está decidido a participar en ferias internacionales y explorar nuevas oportunidades en restaurantes mexicanos en el extranjero. Su entusiasmo y determinación son evidentes mientras comparte su visión.
En conclusión, Gustavo Ortega no solo es un empresario exitoso, sino un embajador del vino y la cultura en un estado que ha emergido como un referente internacional en el enoturismo. Su legado en El Cielo es claro: no solo se trata de vender vino, sino de crear experiencias que conecten a las personas con la riqueza vitivinícola de México. Al final de la entrevista, invita a todos a visitar el Valle de Guadalupe, resaltando la belleza de la región y la seguridad que ofrece a los turistas. “Les prometo que será una experiencia inolvidable”, concluye, reflejando su pasión por el vino y su compromiso con el desarrollo sostenible de su comunidad.
Así, Gustavo Ortega se establece como un visionario en el mundo del enoturismo, con una perspectiva clara sobre la importancia de la calidad, la sostenibilidad y la responsabilidad social en la industria del vino.
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