Destacan vigencia del ritual Maya del Jeetsmeek en pleno Siglo XXI

 El “Jèetsmèek”, (Abrazar a horcajadas a los niños menores de un año) es un ritual practicado desde épocas precolombinas con un profundo significado para las familias mayas y que sigue vigente en el Siglo XXI, señaló Ismael Briceño Mukul.

El director del Instituto Latinoamericano de Oratoria en Lenguas Indígenas Americanas (Ilolia) y Secretario de la mesa directiva de la Academia de la Lengua Maya de Quintana Roo (Acamaya), dijo que las familias aún practican este acto muy importante en el que entra la mística y presentación del menor en sociedad.

Así, al crecer en el seno familiar, tendrá el apoyo de sus padrinos, quienes en primer término estarán muy pendientes del menor, debido que adquieren una importancia para la familia del presentado.

Pará ello, al nacer el bebé, a los 15 días, los padres se encargan de buscar a las personas idóneas, los cuales podrían ser los tíos, abuelos, familiares u alguna persona importante.

De entre ellos saldrán los padrinos y quienes realizarán toda la presentación de los objetos a los tres meses de nacido el menor si es niña y si es niño a los cuatro meses y para ello preparan los alimentos que presentarán como símbolo de las cosas que el niño (a) usará cuando cumpla la mayoría de edad y o para ayudar en la casa y para que adquiera inteligencia.

En este sentido, dijo que la ceremonia es una representación muy profunda, que no es cualquier cosa, ya que antiguamente los padres creían que este rito, favorecerá el crecimiento sano y recto del niño.

Por ello, su importancia al conjugar elementos importantes como lo es la miel, la chaya con pepita molida, el pinole (k’aaj), pepita gruesa, huevo sancochado, agua entre otros.

Abundó que el jèetsmèek’ ha prevalecido desde tiempos antiguos a pesar de la transculturización y las nuevas creencias evangélicas y es practicado para la presentación del nuevo recién nacido frente a la familia y se invita a importantes miembros de la comunidad para asistir en dicho ritual.

Si es niña lo recibe la madrina y si es niño pues el padrino, y sobre la mesa estarán distintos elementos, y dependerá del sexo del menor quien inicie el ritual.

Así, si es niña, la madrina iniciara las nueve vueltas a la izquierda y si es niño será a la derecha e inicia el padrino, cada vez que cierra una vuelta el padrino o la madrina dejará una semilla de maíz para el conteo, durante las vueltas le pondrá al niño en la boca para que coma algo de lo que está servido sobre la mesa, y al mismo tiempo le dará consejos con los cuales se guiará de grande.

Finalmente, dijo que este rito, ha sido clave para el desarrollo de muchas familias en las comunidades mayas enclavadas en la selva de Quintana Roo, y se niega a morir a pesar de la modernidad.

Por ello, exhortó a las familias a no dejar este importante acto que no solo es realizado a manera de invento, sino que simboliza el respeto a la vida y a Dios como el creador.

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