Uno de los sectores de primera necesidad en el que en todo el mundo se valora muy poco, requiere grandes esfuerzos, pocos quieren seguir estando inmersos en él, sin embargo, hasta por cuestiones hereditarias (aún) influye para que se opte por él como una forma de vida y sostén: la agricultura, el trabajo en el campo.
Conversé con Enrique Díaz, el cual estudió electrónica y telecomunicaciones. Involucrado por más de 18 años en la industria del petróleo en países de Sudamérica, SEA (indonesia, Malasia, Burnéi) y Asia (Japón, Korea, Taiwán y China). En 2016, sin experiencia en la industria de alimentos invirtió en un restaurante de comida mexicana en Japón. En 2017, entró en un programa para cultivar y obtener licencia agrícola.
Sus primeras experiencias sembrando cebollín y poro, después zanahoria. En 2018, recibe una hectárea de campo para dedicarse a ella y desde entonces, su día a día lo dedica al cultivo de ingredientes de origen mexicano como variedad de chiles, tomate verde (miltomate) y maíz. También otros como cacahuate y betabel. Fundando así su empresa denominada Fiesta Farm Jpn; granja urbana.
La importancia de producir localmente tiene diversas vertientes:
- Autoconsumo
- Reducir la huella de carbono
- Promover la sostenibilidad, lo cual trae consumo la disminución de la cadena de suministro, utilización de combustibles y pesticidas
- Calidad y frescura, considerando “como debe ser”, el consumo de productos de temporada y disminución de los tiempos de almacenamiento
- Utilización de energías renovables
Sin embargo, aunque algunas personas procuran volver su vista al campo y darle todo el valor que merece, existen múltiples desafíos: mano de obra mal pagada, competencia en el mercado contra grandes consorcios y monopolios trayendo como principal consecuencia los bajos precios pagados al productor, costos de producción (infraestructura y tecnología), educación y regulación en la que no sólo se involucren los gobiernos, sino se todo el colectivo (productores y consumidores).
Don Enrique resalta que, el trabajo del campo no sólo tiene que ver con la economía, sino con la nutrición de la población. Ya se dice por ahí la frase “somos lo que comemos”.
Con toda está experiencia y buscando mejores alternativas para la comercialización, Don Enrique está en constante generación de valor para la comunidad mexicana y japonesa, ya que transforma los ingredientes en productos, tales como moles, adobos, salsas, conservas, masa de maíz para tortillas y antojitos mexicanos; incursionando también en la cultura nipona con la utilización de la técnica de fermentación.
Es curioso, fuera de lo que podríamos pensar que a la cultura japonesa le pudiera interesar la gastronomía mexicana, es todo lo contrario, ya que aprecian los ingredientes novedosos y sabores diferentes. Haciendo hincapié que le maíz como base de nuestra gastronomía, puede ser el equivalente al arroz en la de ellos. Interesante, ¿no lo crees?
Por Marletza
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