En numerosas ocasiones hemos comentado sobre las emociones ligadas al acto de cocinar o bien de “comer”, y es que mucho hay del que cocina para otros. Labor fácil no es, por mucho que nos guste.
Las emociones nos mueven, nos transmiten, nos hacen decidir que sí y que no comer en algún determinado momento o incluso dónde “comer”; si es que se trata de alimentarnos en un sitio fuera de casa. Hoy en día por todo el mundo, la oferta gastronómica es amplísima. Debe ser por temas de globalización, por las tendencias existentes y por que hoy no sólo comemos lo “tradicional”. El estilo de vida del comensal determinará mucho su manera de alimentarse, dónde y con quien.
En días anteriores conversé con Nuria Nicolau, consultora de restaurantes. Experta en formación y entrenamiento, enfocada en comunicación y procesos, autora del libro “Un viaje por el restaurante”. Junto a Carmelo Martín, mentor de restaurantes con más de 30 años de experiencia dentro y fuera del sector, autor del libro “Nos mueven las emociones” y creador de la Comensalogía (desde las emociones al comensal). Ambos desde España, referentes en el sector gastronómico.
En la mesa y con la comida, se producen encuentros y desencuentros, se crean historias, se comparten recuerdos, se cierran negocios, se comparte el momento, las celebraciones e incluso un mal momento.
Los asiduos a restaurantes se podrán fidelizar al recordar lo que se les hizo “sentir”, la atención y la puesta en escena… para que a través de “vivir la experiencia” se mantenga en el disfrute, según nos comenta Carmelo Martín.
Interesante es saber por parte de Nuria Nicolau sobre la historia de la culinaria romana, dónde ya existían los lugares destinados al comercio de alimentos y bebidas. Se les llamaba termopolium o termopolio y eran frecuentados por la población que no tenía una cocina privada para poder prepararse sus alimentos. En el s. XVII en París, Francia comenzó el concepto de “restaurant”.
En el restaurante se sociabiliza, se habla, no sólo se acude a él para alimentarse, pues el “alimento” es la excusa para reunirse, por lo tanto, será importantísimo determinar un concepto que ofrecer al cliente: “lo que quiere y necesita”. De este modo, diversos elementos se deben considerar de modo tangible como lo será la decoración, colores de las paredes, selección de vajilla, etc. Y de manera intangible: el tipo de música ambiental, la temperatura del lugar independientemente del clima, la iluminación del local, por supuesto la propuesta gastronómica (los sabores y aromas), entre otros.
Así, se puede hablar de diseñar una experiencia que emocione, que no sea lineal, pueda diferenciarse de otras al ser una propuesta única y claro, detrás de todo ello debe estar la conjunción del equipo de cocina y de sala que al estar coordinados y lidereados correctamente por el hostelero, generarán un concepto gastronómico atractivo para que el cliente visite el establecimiento de manera regular.
Todo lo anterior me ha hecho pensar que, todos tenemos algún lindo recuerdo en un restaurante, habrá quien tenga sus favoritos y también, aquellos sitios que desde pequeños quizás visitábamos con nuestros padres y/o abuelos, aquellas mesas de familia y sitios que aún al paso del tiempo siguen manteniendo su encanto y prestigio.
¿Te gusta salir a comer o cenar de vez en cuando?, ¿tienes algún sitio favorito? Te invito a reflexionar el porqué lo es, con ello descubrirás el concepto de comensalogía, al que se refiere Carmelo Martín.
Gracias por leerme.
Por Marletza