La capa de ozono está en camino de recuperarse en los próximos cuatro decenios y la eliminación progresiva a escala mundial de las sustancias químicas que agotan la capa de ozono ya contribuye a la mitigación del cambio climático.
Esta es la conclusión de un grupo de expertos respaldado por las Naciones Unidas, que se ha presentado esta semana en la 103ª reunión anual de la Sociedad Meteorológica de los Estados Unidos.
Al examinar por primera vez tecnologías novedosas como la geoingeniería, el grupo advierte de los efectos no deseados que podría tener esta tecnología sobre la capa de ozono.
En el informe de evaluación cuadrienal del Grupo de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, respaldado por las Naciones Unidas, se confirma que la eliminación progresiva de cerca del 99 por ciento de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono ha logrado proteger la capa de ozono y ha contribuido a que se recupere de forma notable en la estratosfera superior y a que disminuya la exposición de las personas a la radiación ultravioleta (UV) nociva del sol.
Si se mantienen las políticas actuales, se espera que la capa de ozono recupere los valores de 1980, antes de la conformación del agujero de ozono, aproximadamente en 2066 en la Antártida, en 2045 en el Ártico y en 2040 en el resto del mundo.
Las variaciones en el tamaño del agujero de ozono en la Antártida, sobre todo entre 2019 y 2021, se debieron principalmente a las condiciones meteorológicas.
Sin embargo, cabe señalar que la superficie y la profundidad del agujero de ozono ha disminuido desde el año 2000.
“Según el último informe cuadrienal, la capa de ozono se está recuperando, lo que es una fantástica noticia. Nunca se destacará lo suficiente hasta qué punto el Protocolo de Montreal ha contribuido a la mitigación del cambio climático. En los últimos 35 años, el Protocolo se ha convertido en un verdadero defensor del medio ambiente”, señaló Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
De acuerdo a Seki, las evaluaciones y los exámenes que realiza el Grupo de Evaluación Científica siguen siendo un componente esencial de la labor del Protocolo, que ayuda a informar a las instancias normativas y decisorias.
El décimo informe del Grupo de Evaluación Científica confirma la repercusión positiva que el Tratado ya ha tenido en el clima.
La Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, acuerdo adicional alcanzado en 2016, exige la reducción progresiva de la producción y la utilización de algunos hidrofluorocarbonos (HFC). L
os HFC no agotan directamente el ozono, pero son potentes gases de efecto invernadero. Según el Grupo de Evaluación Científica, esta enmienda debería contribuir a evitar entre 0,3 y 0,5 °C de calentamiento global de aquí a 2100 (no se incluye la contribución de las emisiones de HFC-23).
“Las medidas adoptadas en relación con el ozono sientan un precedente para la acción climática. El éxito obtenido gracias a la eliminación progresiva de las sustancias químicas que destruyen la capa de ozono nos muestra lo que puede y debe hacerse ―con carácter de urgencia― para abandonar los combustibles fósiles, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar, por lo tanto, el aumento de las temperaturas”, dijo el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), profesor Petteri Taalas.
La evaluación más reciente se basa en amplios estudios, investigaciones y datos recopilados por un gran grupo internacional de expertos, muchos de ellos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el PNUMA, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y la Unión Europea.
Así mismo, por primera vez, el Grupo de Evaluación Científica ha examinado los posibles efectos sobre el ozono de la inyección de aerosoles en la estratosfera (SAI).
La SAI ha sido propuesta como posible método para reducir el calentamiento climático mediante el aumento de la reflexión de la luz solar.
Sin embargo, el Grupo advierte de las consecuencias imprevistas de la SAI, que “también podrían afectar a las temperaturas, la circulación, y las tasas de producción y de destrucción del ozono en la estratosfera, así como al transporte”.
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
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