Si de algo pueden presumir los mexicanos, además de su buen humor y asombrosos paisajes, es su variada gastronomía. Cada región tiene platillos que difícilmente serían hallados en otro lugar o con el sazón mexicano.
De acuerdo con una encuesta de Booking.com, cuya misión es que conocer el mundo sea fácil para todos, aunque sea cerca de casa, 59 por ciento de los viajeros latinoamericanos reconocieron que visitan México para probar su comida.
Y como los sabores del país no pueden dejar de ser descubiertos, recomendamos cinco ciudades en las que puede pasearse y comer muy, pero muy bien.
Ciudad de México. Quien fue a la capital del país y no comió tacos al pastor, realmente no visitó la capital mexicana. Este manjar que, se piensa, es una herencia de libaneses que en el siglo XIX vivían en esta urbe, es una comida ideal a cualquier hora del día y nadie puede resistirse a ellos.
Incluso, hay versiones vegetarianas, como los tacos al pastor de flor de jamaica o soya, para que nadie se quede sin consentir a su paladar con este sabor.
Ahora, si eres de los que no juzgan a un libro por su portada, debe comer una guajolota, nombre con el que es conocida la torta de tamal y, si le queda “un hueco”, pruebe la torta de chilaquiles, cuya versión evolucionó a una concha rellena de este popular desayuno, la combinación perfecta entre dulce, salado y picante.
Como la capital es muy grande, el punto donde puede verse y comerse de todo un poco es el centro. Además, hay una gran cantidad de alojamientos, como el Hostal Regina Down Town cuya decoración moderna, colonial y de tradiciones mexicanas le harán recordar por qué ama tanto a este país.
Guadalajara. Los tapatíos tienen su propio estilo para todo y la comida no es la excepción. Sus tortas ahogadas son inigualables, aunque las encuentres en otro lugar del país, no sabrán tan exquisitas como en estas tierras. Y si la acompañas con un tequila, vivirás toda la experiencia completa. En cada bar o cantina te dirán lo que consideran la forma propia de beber y disfrutar este tequila. Inténtalo, pero no te olvides en ningún caso de que la sal y el limón o naranja son indispensables.
Una vista a la perla tapatía no está completa si no pruebas las jericallas, un postre típico del estado que encontrarás en prácticamente cualquier restaurante o tienda. Puedes disfrutar de este dulce mientras recorres el Parque Revolución o ves una película en el Cineforo de la UDG y ya que andas por ahí, hospédate en el Hotel Casino Plaza y disfruta de la vista.
Playa del Carmen. Si va a esta parte de la Península Yucatán, definitivamente debe pasearse por la Quinta Avenida, una de las calles más transitadas del Caribe Mexicano, donde está gran parte de los restaurantes de la playa; hay una gran oferta gastronómica, desde comida argentina, italiana y hasta oriental.
Pero la que se lleva las palmas es la mexicana, como la cochinita pibil, panuchos, salbutes y el queso relleno, todos propios de la cultura yucateca, además del ceviche, pescado a la tikin-xic, camarones y todos los mariscos que te puedas imaginar, aderezados con los condimentos de la que quizás es la gastronomía más variada de México.
Seguramente querrás probar de todo, así que, con el estómago tan lleno, será mejor que espere un poco antes de entrar al mar.
Puedes reposar en la playa, mientras te bronceas un poco o ir a tu habitación de hotel a disfrutar de la vista. Te recomendamos el Secrets Moroma Beach, en el cual también hay servicio de restaurante.
Cancún. La gastronomía de este destino es tan variada como sus playas y, por supuesto, está inspirada en la comida prehispánica, de ahí que guisos regionales, acompañados de una sopa de lima sean la combinación favorita de muchos.
Pero no puedes dejar de probar la carne adobada en achiote, el pan de cazón y sus tamales estilo yucateco. Tampoco hay que olvidar bebidas tradicionales, hechas a base de maíz que solían ofrecerse como tributo a los dioses o el X´tabentún, producido con la miel de las abejas y que puede combinarse para hacer cocteles.
Otra más es el Balché (otra bebida típica), una especie de hidromiel hecha con corteza y raíces de árbol.
Para tener una experiencia completa, debe uno alojarse en un sitio cómodo, propicio para el relajamiento con masajes, hidroterapia, baños de vapor y hasta clases de yoga, algo disponible en el Live Aqua Beach Resort.
Puebla. Quien va a esta ciudad famosa por sus iglesias sabe de antemano que va a un tour gastronómico que empieza por el mole poblano (hecho por primera vez en el siglo XVII en el Convento de Santa Rosa) y sigue con los chiles en nogada que hacen recordar los colores patrios con cada bocado.
Pero eso no es todo, para los garnacheros están las chalupas poblanas (unos sopes pequeños usados a modo de entrada), los molotes o una cemita. Ambas recetas surgieron durante la conquista como una fusión entre la comida prehispánica y la cocina española.
Para la hora del postre, los visitantes querrán estar en un lugar tranquilo como el Hotel Isabel, donde desde la habitación podrán comerse camotes poblanos (están en cada esquina), o las tradicionales tortitas de Santa Clara, cuya cubierta está hecha a base de pepita de calabaza.
Para cerrar con broche de oro, puede beberse una pasita, un licor de uvas pasas cuya tradición supera los 100 años y fue creada en la cantina La Pasita, la cual sigue abierta hasta la fecha y está en el corazón de Puebla.
Infoqroo
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