Por Carlos Águila Arreola
@aguila_carlin
Los arrecifes de Quintana Roo están en grave peligro por una enfermedad que afecta y está matando a 20 de las más de 45 especies de corales presentes en los atolones frente a las costas de la entidad, entre otros, al emblemático coral cerebro, el pilar y el estrella, y las afectaciones podrían extenderse al Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM).
A finales de 2014, en el condado de Miami, biólogos y científicos de Florida empezaron a reportar una nueva enfermedad letal para los médanos –no se debe confundir con el blanqueamiento–, y pese a no tener aún nombre llegó a las costas del Caribe mexicano y a partir del verano pasado es un grave peligro para los arrecifes y corales.
Ambos ecosistemas son la base de las actividades económicas y sociales de Quintana Roo, que actualmente enfrentan otra gran amenaza: la degradación acelerada de la calidad del agua por el ineficiente tratamiento de líquidos residuales que llegan y provocan contaminación por nitratos, bacterias, virus y otros químicos que generan afectaciones muy peligrosas.
Esfuerzos
Un grupo de profesionales de varias organizaciones del gobierno, la academia y la sociedad civil, exponen el caso del brote de la enfermedad que están enfrentando los corales de las costas quintanarroenses, luego que a inicios del verano de 2018 empezaron a notar señales muy preocupantes.
“Numerosos corales se estaban enfermando y muriendo muy rápidamente. La característica del brote es que afecta masivamente a las Meandrinidae, nombre científico del coral cerebro, que pertenece al orden Scleractinia de la clase Anthozoa, que secretan un esqueleto de carbonato de calcio, que los convierte en importantes constructores de arrecifes de coral.”
Los corales afectados muestran lesiones que avanzan radialmente y desprenden el tejido o simplemente son consumidos (depende la especie y el avance), descubriendo el esqueleto. No se debe confundir con el blanqueamiento, donde el coral pierde su microalga simbiótica –que le da color– por las altas temperaturas; su tejido se vuelve transparente pero sigue vivo.
Al reportar y compartir sus observaciones con la comunidad científica internacional se empezaron a confirmar las temidas sospechas: la nueva enfermedad letal observada en Florida ya está en las costas quintanarroenses.
Enfermedad
Biólogos y científicos de Florida empezaron a reportar una “nueva” enfermedad a finales de 2014 en el condado de Miami. Desde entonces, la enfermedad se ha propagado rápidamente impactando los arrecifes de la región, al grado de casi emitir alertas oficiales desde el Departamento de Medio Ambiente de Estados Unidos.
Aunque las enfermedades y el blanqueamiento de los corales son afectaciones cada vez más comunes, la reciente enfermedad no tiene precedente: afecta a alrededor de 20 de las más de 45 especies de corales de las costas de Quintana Roo, entre otros a los emblemáticos corales cerebro y los importantes corales masivos pilar y estrella.
La tasa de mortalidad es muy alta, pues las colonias de corales afectados mueren en cuestión de semanas, dependiendo del tamaño; además, el brote de la epidemia sigue propagándose desde hace cuatro años y su rango geográfico es muy amplio y crece cada mes.
Frente a las costas del municipio de Puerto Morelos, la epizootia (epidemia) se agravó a partir del año pasado y no se sabe si es resultado de una propagación y/o de un estrés ambiental severo, como el que provoca la marea marrón del sargazo en descomposición. El efecto en especies y sitios parece ser muy variable, pero mayor a lo observado comúnmente.
Desafortunadamente, el agente de la enfermedad aún no ha sido identificado: científicos de clase mundial están estudiando muestras de tejido para ubicar patógenos potenciales.
En general, múltiples factores contribuyen a las enfermedades de coral, y en ese caso las causas definitivas del brote siguen siendo desconocidas; empero, se considera que el deterioro de la calidad de las aguas es un factor muy importante. Las causas y fuentes de las enfermedades de coral son un problema mundial y tema de estudio global.
SAM
Los arrecifes de Quintana Roo forman parte de la segunda barrera de coral más grande del mundo: el SAM, que se extienden a lo largo de mil kilómetros de la costa caribeña de México (300 corresponden al país), Belice, Guatemala y Honduras y brindan numerosos beneficios a la zona, además de representar un atractivo turístico que genera millones de dólares al año.
En el Arrecife Mesoamericano, también conocido como el “Arrecife Maya”, viven los corales que protegen la costa de los fuertes oleajes de tormentas y huracanes, y son hogar de numerosas especies de interés comercial… además de ser base de las actividades económicas y sociales de Quintana Roo.
En Puerto Morelos, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Healthy Reefs for Healthy People (Arrecifes saludables para gente saludable), el Centro Regional de Investigación (CRIAP) del Instituto Nacional de Pesca y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) unieron esfuerzos para unas pruebas de tratamiento de colonias afectadas.
Los métodos fueron compartidos por investigadores de Florida, donde están obteniendo resultados alentadores. Si bien esas acciones no son una solución final al problema, pueden limitar su avance y permitir que sobrevivan colonias amenazadas; las tratadas serán monitoreadas regularmente para analizar la eficiencia del tratamiento.
A la fecha, algunos arrecifes, en especial los de la costa Oeste de Cozumel, siguen sin presentar afectación por la enfermedad de desprendimiento de tejido; es de suma importancia que los operadores turísticos, manejadores de los recursos naturales y la sociedad en general estén muy atentos y se detengan a observar los corales.
Si un sitio presenta señales de afectación, favor de tomar fotos, si es posible con ubicación GPS o indicar el nombre del arrecife, y reportarlo enseguida los correos de las autoridades de la Conanp y a [email protected], de la UNAM, o[email protected].
Como medidas preventivas contra la propagación, se recomienda no tocar las lesiones de los corales; no provocar sedimentos al patalear; no visitar lugares afectados, y en dado caso no estar en sitios no afectados para no volverse agentes de propagación; enjuagar los equipos de esnórquel y buceo en agua con 5-10 por ciento de cloro, y no usar bloqueadores solares.
La mayor amenaza para los corales de Quintana Roo es la acelerada degradación de la calidad del agua y el tratamiento ineficiente de las residuales que llegan al arrecife provoca contaminación por nitratos, bacterias, virus y otros químicos que generan afectaciones graves, por lo que medidas contundentes para la sobrevivencia de los ecosistemas son urgentes.
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