La agrupación franco-chileno-colombiana Burning Caravan, nominada a Mejor Nuevo Artista en los Latin GRAMMY 2019, lanzó su cuarta producción discográfica ‘Más allá del mundo’, compuesto por ocho canciones que resumen diez años de exploración musical con un sonido contundente y novedoso.
Grabado en los estudios de Árbol Naranja en Bogotá, Colombia, y mezclado en Córdoba, Argentina, contó con la participación de los reconocidos ingenieros de sonido argentinos Uriel Dorfman (Gustavo Cerati, Vicentico y Fabulosos Cadillacs, entre otros) y Mario Breuer (Charly García, Luis Alberto Spinetta, Soda Stereo, Mercedes Sosa, Fito Páez y muchos más).
El resultado es un disco ecléctico que rompe con algunos paradigmas de la música latinoamericana, pues transforma y renueva géneros como el bolero y la chacarera, para llevarlos a los oídos tanto de los oyentes más exigentes, como de quienes quieren bailar y cantar al ritmo del rock alternativo de esta banda que aún conserva sus raíces gitanas, logrando originales combinaciones musicales.
‘Más allá del mundo’ tiene la fascinación de ser un disco muy variado y lleno de contrastes que comienza con ‘The King Of The Moon’, una canción cuya letra está en cuatro idiomas y cuya música pasa por cuatro ritmos diferentes:
Seguida de su más reciente sencillo ‘¿Con quién hablo cuando me hablo?’, cuyo video en vivo alcanzó las 40 mil vistas en su primera semana de lanzamiento:
Por su parte, ‘Lockdownska’ es la canción de género ska del disco, que además de ser en inglés, es el último videoclip de la agrupación.
La tercera canción del álbum fue ‘Respuestas perdidas’, el primer sencillo lanzado en plataformas digitales y que también cuenta con un video en vivo.
Para promocionar este nuevo trabajo discográfico, Burning Caravan ha escogido el sencillo inédito ‘Gravedad Adversa’, una canción que, con su swing alegre y enérgico, habla de la importancia de la solidaridad, la unión y la colaboración que necesita cualquier grupo de personas para alcanzar sus sueños, tanto individuales como colectivos.
La canción también tiene una relación directa con el teatro musical de la banda, y es la única del álbum en la que el característico sonido del acordeón no está presente, pues le da paso al piano, un instrumento encargado de darle una sonoridad novedosa y especial a ésta y otras canciones del disco.
El sencillo fue grabado en bloque, en vivo, bajo la ingeniería de sonido de Uriel Dorfman, Antonio Suárez y la asistencia de Paula Peña y Catalina Lozano, en los estudios Árbol Naranja, en Bogotá, Colombia.
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