MADRID.
Javier Bardem, ganador del Oscar por No Country for Old Men (2008), es candidato a los Premios Platino por su papel en “Loving Pablo”: “No me tomo los premios en el terreno personal, me hace ilusión estar nominado, pero no considero que mi trabajo sea mejor que el de otro”, dice en una entrevista.
“El hecho de que reconozcan el trabajo de uno, para mí es un extra para que la película se siga viendo, y, en este caso, estoy muy contento, todos estamos contentos, sobre todo -añade- porque un premio así ayudaría a que se hable de la película en Sudamérica y los países latinos”.
Porque la cinta, rodada en Colombia, es una interpretación de la vida del narco Pablo Escobar, escrita y dirigida por el español Fernando León de Aranoa, donde Bardem borda su réplica del delincuente.
El actor repasa mentalmente su agenda para ver el modo de estar en Riviera Maya (México) el próximo 29 de abril, fecha de la gala de los V Premios Platinos del cine iberoamericano, creados por la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales de España (EGEDA) y la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos (FIPCA), en colaboración con las academias de cine iberoamericanas, Latin Artist y los Institutos de Cine.
“Me hubiera gustado que estuviera nominada la película, y Penélope, pero cualquier premio para ‘Loving Pablo’ es bienvenido”, señala Bardem, en referencia a su esposa, la actriz Penélope Cruz, que interpreta en el filme a Virginia Vallejo, amante de Escobar.
Lamenta no opinar sobre sus competidores porque no ha podido ver sus trabajos. Son su compatriota Javier Gutiérrez (El autor), el argentino Jorge Martínez (Últimos días en La Habana), el chileno Alfredo Castro (Los perros) y el hispanomexicano Daniel Giménez Cacho (Zama).
Para Bardem, el hecho de que existan los Platino es “importante” desde el punto de vista emocional, aunque, dice, “al final todo se junta, porque hay sobre todo una razón industrial y comercial en el origen de cualquier premio”.
Loving Pablo, que se estrenó en el Festival de Venecia y que llega este mes en Italia y Francia y llegará a EU en junio, está rodada en inglés, pero Bardem cree que “da un poco igual el idioma”.
“Eso ya nos ha pasado con otras películas, que van de ‘Doctor Zhivago’ a ‘Gladiator’, que debía haber sido rodada en latín y sin embargo tienen acento de Los Ángeles. Si uno entra -dice-, si eres tomado por los personajes, ya está. A algunos les cuesta, pero también hay versiones dobladas”.
Eso sí, se pierden la interpretación original de uno de los mejores intérpretes del mundo, que atesora, además del Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA británico, un Premio del Cine Europeo, uno de Mejor Actor en Cannes o dos copas Volpi en Venecia, además de seis premios Goya del cine español.
Hijo, sobrino y hermano de cineastas, Bardem afirma que “entiende” a los actores “intelectuales que hacen su trabajo desde un convencimiento más mental de su personaje”, que le dan “una envidia extraordinaria” y añade, medio en broma y señalándose a sí mismo, que “se ve” por su cara que él “no es nada intelectual”.
“Yo soy una persona con ímpetu, impulsiva, que tengo que entender el personaje desde la entraña; necesito realmente sentir un impulso a la hora de trabajar y así funciono; a veces me sale mejor, a veces peor”.
Asegura que nunca ha hecho ningún personaje que tenga que ver él, de hecho, agrega, “es sabido que los actores y actrices cuando más sufrimos es cuando hacemos de nosotros mismos”.
“Nos dedicamos a esto justamente para escondernos detrás de un personaje y de ahí, entendernos y entender a la raza humana desde el microcosmos que es una persona. Eso es lo que más me excita de mi trabajo”, confiesa.
En su larga y exitosa carrera, Bardem pone dos hitos: “Jamón, jamón”, su lanzamiento en España “con papá Bigas”, dice del fallecido cineasta Bigas Luna, y “Antes que anochezca”, de Julian Schnabel, su primera nominación al Óscar y su presentación “a lo grande” en el mercado internacional. “Sin esos dos golpes de suerte tremenda -dice- no se dónde estaría ahora”.
“También hay que trabajarse la suerte, hay que estar preparado para que cuando el azar llegue poder dar lo mejor de uno mismo y eso no pasa tocándote el bolo”, salta el Bardem más coloquial y madrileño.
“He trabajado con grandísimos directores, quizá no en sus mejores películas, pero es un lujo haberlos visto trabajar su gran talento”, y en todos ha reconocido “la debilidad, la inseguridad el miedo, la necesidad de superación, hasta en el más grande de todos: es maravilloso ver cómo se la juega y cómo sufre cuando dice ‘acción'”.
Y, como conclusión, regala una frase: “Lo mejor que he aprendido es que no hay nada seguro, ni para los grandes grandes”.
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