Era como si no importara lo que sucediera en la cancha. Argentina le ganaba 1-0 a Panamá, pero la afición en el Soldier Field estaba atenta a Lionel Messi, quien calentaba en la banda. Media hora le bastó para sacar del fuego un partido afligido, anotando cada diez minutos para llevar a la albiceleste a un triunfo aplastante de 5-0. El triplete que hizo fue delirante para los fanáticos, que llegaron a pagar hasta 400 dólares por un boleto.
En tres ediciones anteriores de la Copa América, Messi había anotado tres goles, ahora, en un partido igualó esa cantidad y demostró que se mantiene el cordón umbilical de Argentina ante su incuestionable talento para aspirar a ganar el trofeo centenario.
Messi otra vez se topa frente a su creciente necesidad de ganar un título con la selección, para dar ese pequeño paso a la eternidad con la Albiceleste. Si bien Argentina había mostrado seriedad ante Chile, contra Panamá se guardó lo mejor de su material.
Gerardo Martino no improvisó y dispuso un equipo similar al del debut. Pronto le hicieron daño a los panameños, que confundieron ansiedad con osadía y lejos de concentrarse por enfrentar a Argentina, metieron músculo y fuerza, lo que provocó un partido sumamente accidentado y lleno de tarjetas amarillas.
También hubo una roja para Aníbal Godoy, el claro ejemplo de la equivocación colectiva de Panamá a la hora de repartir golpes en lugar de idealizar un juego sin riesgos y con mayor técnica.
Argentina adoleció por la salida de Ángel Di María, otra vez tocado de la ingle, sabiendo él mismo que no está bien, porque desde el Mundial de Brasil 2014 no puede terminar un torneo sin lesionarse.
A los 60 minutos del partido Messi se quitó la casaca de entrenamiento y levantó un alarido estruendoso. Es un futbolista singular que no necesita de mucho espacio ni tiempo para demostrarlo.
Hizo el primero tras un rebote de Higuaín; el segundo en un parabólico tiro libre, tras una falta que le cometieron y otro más después de recortar a Felipe Baloy.
La afición ya estaba tranquila, y regida por los cánones de todo espectador se fueron tranquilos luego de ver al apoteósico Messi regodearse con los panameños. También anotó Agüero, pero su gol casi pasó desapercibido. El show fue de Messi.(Agencias)
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