La Yaxchilán

Viví muchos años a unos pasos de la avenida Yaxchilán, desde mi llegada como adolescente en 1978 hasta que contraje matrimonio en 1988, diez años después.

Sin embargo, mi relación con esa avenida continuó por muchos años más porque mi padre siguió viviendo ahí y a su muerte, en 1993, mantuvimos la propiedad hasta el 2008, cuando la vendimos.

La Yaxchilán fue parte de nuestra vida desde siempre; punto reunión con los amigos o el mejor sitio para ir a cenar unos ricos tacos y otros antojitos más.

De los recuerdos que más aparecen en mi mente hay uno en el cual mis grandes amigos Luis Alonso Nieto y Fausto Tavera me organizaron una despedida de soltero y reunieron a más de un centenar de compañeros que ocasionó la llegada de policías porque parecía una manifestación en la glorieta del cruce de la Yaxchilán y la Sunyaxchen. Además, nunca se habían visto tantos vehículos aparcados a lo largo de esa emblemática avenida.

De la fiesta, luego les cuento, pero no fue en la Yaxchilán sino en un sitio a 21 kilómetros de la ciudad y que terminó ya entrada la mañana del día siguiente.

Con Martín Gabriel, amigo y vecino de la avenida, íbamos juntos muy seguido a cenar a una pequeña taquería denominada “Los Compadres”, atendido personalmente por su propietarios Don Eduardo Lavalle (a) el Compadre (qepd) y papá de tres buenos amigos que muchas veces visité en su casa cercana también a la Yaxchilán. Aún conservo buenos recuerdos de Lalo (qepd), Daniel y Ana Consuelo.

Recuerdo que Martín (a) Chapotín y yo siempre pedíamos lo mismo: tres tacos de pastor, un queso fundido con chorizo y unos frijoles charros.

Otra de mis taquerías favoritas fue Grillo’s, de mi buen amigo Miguel Ángel Nieto, quien cuidaba bien de su negocio y te distinguía con una silla con tu nombre si eras cliente asiduo.

Quiero aclarar que nunca tuve la mía pese a ser cliente más o menos regular, pero mi padre, que acudía menos que yo, tenía la suya. Claro, papá era el director de Seguridad Pública.

Por un tiempo también operó ese restaurante Santiago Salazar, un tipo de amplio bigote y que llegó a ser dirigente de la Cámara de Comercio.

No fue el único líder de los comerciantes. También lo fue Don Luis Gutierrez, propietario de Súper Genny, la tienda de la esquina de la Yaxchilán con el retorno Rosas, donde vivíamos.

El negocio era atendido generalmente por el entonces esposo de su hija y a quien todos identificábamos como “Pepe Genny”.

En las Yaxchilán también hubo importantes oficinas como la de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) y de la Secretaría de Hacienda federal.

Esta última era dirigida entonces por Don José Luis Cervantes Manzo, recientemente fallecido y quien dedicó hasta el último día de su vida a rescatar la historia de Cancún, tal como lo pretende este espacio desde un punto de vista personal.

Con dos de los hijos de Cervantes Manzo hice buena amistad, José Luis junior y, sobre todo, con Ginette, quien casó con otro buen amigo Luis Felipe Barrera Amores, quien comenzó como un visitante casual de Cancún, pero el amor lo trajo a vivir a esta ciudad.

Esta bonita familia, que completaba doña Cleo, vivía también a unos pasos de la Yaxchilán.

Hay otras historias que, por espacio, platicaré en otra ocasión como las grandes inundaciones en esa avenida, suficientes para que algunos de sus vecinos sacaran a pasear embarcaciones, sobre todo veleros.

Por hoy hasta aquí la dejo.

Por: Jorge Acevedo Marín

Este artículo fue publicado originalmente en quintanaroovivo.com y es reproducido con el permiso expreso de sus autores. Para leer la versión original visite: quintanaroovivo.com/post/la-yaxchilan