Este enorme fenómeno geológico conocido como Península de Yucatán, que abarca a Belice y Guatemala en Centroamérica y Chiapas, en la República Mexicana guarda bajo esta superficie calcárea hay una enorme masa de agua dulce denominada Gran Acuífero Maya (GAM), conformado por cuevas inundadas que abarcan una gran extensión y que sólo entre Playa del Carmen y Tulum representa 1 mil 650 km de laberintos de agua, manifestó Guillermo de Anda, Arqueólogo Submarino.
En entrevista para el noticiero matutino Origen, el investigador, quien colabora con National Geographic Society como explorador y es director del proyecto Gran Acuífero Maya, explicó que este proyecto se gestó hace más de 30 años, aunque formalmente, como GAM, lleva apenas cuatro, en los que apenas “estamos rascando la punta del iceberg”.
Es uno de los acuíferos subterráneos más grandes del mundo y nuestro primer reto es que la gente sepa que bajo nuestros pies hay una gran masa de agua dulce, que ha sostenido la vida por miles de años y comenzó hace más de 10 mil, cuando los primeros pobladores de América llegaron buscando agua en esta zona, indicó.
En el proyecto participan 14 investigadores residentes y un gran número de voluntarios, alumnos, exploradores locales y gente de otros países, quienes, a pesar de su tamaño y trascendencia, trabajan sin apoyo gubernamental, aunque esperan que pronto se pueda dar.
El grupo de multidisciplinario, conformado por biólogos, geólogos, fotógrafos, arqueólogos, comunicólogos, quienes buscan objetivos específicos. Hay, por ejemplo, un equipo de exploración que dirige Robert Schmittner, que encontró la conexión del cenote Dos Ojos y el sistema Sac Actun, la cueva inundada más larga del mundo, de más de 380 km.
Hasta hoy el apoyo fundamental proviene de National Geographic, que creyó en el proyecto desde un principio, lo mismo que la UNAM, algunas universidades locales, como la Tecnológica de la Riviera Maya y el Instituto Tecnológico de Carrillo Puerto, al igual que los gobiernos de Suiza y Noruega.
El GAM ya es conocido en el mundo gracias medios como a la BBC de Londres, que lo define como el mayor proyecto de exploración subacuática en México; Rusia Today, que apenas ayer publicó algo similar y The New York Times que este año ya nos dio tres notas, apuntó.
Asimismo, dijo que National Geographic es más que una revista, es una sociedad de divulgación y apoyo a la ciencia y hay preocupación por los temas mesoamericanos.
No estamos saliendo a ver qué encontramos, sino que vamos en busca de una conexión, una comprobación de una hipótesis. Nos interesa el cambio climático y estamos buscando en las cuevas indicios de un evento de cambio climático, indicó.
El Gran Acuífero es un libro enorme que estamos aprendiendo a leer. Nos ha dado respuesta a incógnitas de la arqueología, pues encontramos marcas de rituales y sacrificios mayas en zonas donde pensábamos que no podría darse, apuntó.
A manera de ejemplo, se refirió al cenote Holtún, en Chichén Itzá, donde se encontró una ofrenda a 10 metros de profundidad llena de artefactos, más de 300, acomodados de manera específica, intencionada, que no llegó ahí por una coincidencia, no fueron arrojados desde la superficie.
Tuvo que haber un arreglo específico y para hacerlo se debió requerir que el agua estuviera en un nivel más bajo. Eso hablaría de un cambio climático en el siglo 10 de nuestra era, una sequía que duró 10 o 15 años y en función de ésta, en su desesperación, los mayas pudieron entrar a esa zona y depositar su ofrenda, manifestó.
En Chichén también se encontró la cueva de Balamkú, que se dio a conocer en marzo de este año, donde se hallaron más de 300 artefactos ofrendados, siete grupos de ofrendas e incensarios intactos que indican que el lugar estuvo ocupado al menos 250 años.
De Anda destacó que la contaminación del acuífero es preocupante y que ciudades como Cancún, Tulum y Playa del Carmen, que crecieron anárquicamente, destruyeron gran cantidad de cenotes y cortaron el flujo del agua, a lo que suman los desechos humanos que se arrojan al manto freático como si fuera un basurero.
Necesitamos hacer conciencia sobre la necesidad de la planeación y dejar de arrojar contaminantes al Gran Acuífero Maya, donde quedan cenotes con aguas prístinas, uno de los cuales está en Felipe Carrillo Puerto, a 12 km dentro de la selva y “es nuestro modelo, en el que nos basamos para entender lo que ocurre en las grandes ciudades”.
Infoqroo
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