La gastronomía como “identidad”

Tú, ¿cocinas? y si lo haces ¿te gusta cocinar?…

La gastronomía habla de la identidad de cada uno de nosotros. “Dime, qué comes y te diré de dónde eres”. No sólo el tipo de alimentación nos definen, también un sin número de aspectos entorno al sitio físico en el que nos desenvolvemos: estilo de vida (usos, costumbres, ritos, ideologías, etc.), época, lugar (territorio aunado a las raíces, el origen, los recursos naturales incluso el clima), situaciones económicas (oferta, demanda, impuestos, etc.), políticas (leyes) y sociales, etc.

La cocina de un país puede ser patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). ¿lo sabías?, tal es el caso de nuestro querido México (2010) y otros pocos países como Francia, Japón y como concepto la “cocina mediterránea”.

La gastronomía diversifica y a su vez define, caracteriza, enmarca. Por ejemplo: la cocina turca que incluye “especies”, la india y mexicana con el uso del “picante”, la japonesa ligada siempre al “pescado crudo”, la cebolla y el ajo no faltan en la cocina española y así, podemos definir rasgos y características puntuales de cada pueblo, país o región -por ello lo de la cocina mediterránea-.

Aunado a lo anterior, si consideramos que existen ingredientes autóctonos de cierto territorio, sus pobladores y las técnicas de recolección, preparación (hervir, escalfar, freír, saltear, etc.), conservación (deshidratar, ahumar, salazón, marinar, encurtir, envasar, etc.) que se utilizan desde tiempos remotos; podemos decir que no en vano, la historia de la humanidad está fuertemente ligada a la comida y el acto en sí de “comer”. Destacando con ello, las migraciones, adaptaciones y mestizajes culinarios -que se han dado por todo el mundo- y hoy día con la globalización “mucho más”.

Importante es que ahondemos en los saberes de la familia, de las raíces y que valoremos lo que al paso del tiempo esos conocimientos transmitidos de generación en generación permanezcan como un sello distintivo de nuestro origen. La relación que tenemos con los ingredientes de temporada, los platos más representativos, las celebraciones entorno a la mesa, creencias e incluso las restricciones y prohibiciones (los musulmanes no comen cerdo, por ejemplo).

De gran importancia es enaltecer la cultura propia y respetar las ajenas y en el caso del “comer”, no es la excepción. Sin duda, siempre he pensado que una de las mejores maneras de conocer un pueblo, es probando su comida, claro siempre y cuando no vaya en contra de los propios conceptos.

Gracias por leer hasta aquí, querido lector.

Por Marletza