¡Hay tamales, calientitos!

¿Quién no ha escuchado por las calles el famoso grito de: hay tamales calientitos?, un clásico cuando la noche empieza a caer. El consumo del tamal se da en todo el país, eso sí, cada estado tiene costumbres al respecto; para unos es desayuno “perfecto”, otros lo consideran el rey de muchas celebraciones, incluso como ofrendas, en otros lugares “sólo” se consumen por la tarde-noche. Sabores, amarres, tipos de hoja, colores y hasta formas varían en función de lo grande de este país.

El tamal, que viene del náhuatl “tamalli”, que significa envuelto, es un alimento ancestral. Elaborado con masa de maíz.

Se cree que en México existen más de 500 tipos de tamales: dulces o salados. Algunos de los más característicos según la región o estado: tamal de ceniza o nejos (se cuecen en las cenizas), canarios (de harina de arroz), empedrados (tradicionales en Querétaro a base de frijol, chorizo y salsa de chile morita), barbones (de camarón muy típicos en Sinaloa), con acelgas, rajas y queso, de hoyito (en el Estado de México), de quelites, uchepos (elaborados con elote tierno, no van rellenos, se sirven con crema, queso y salsa de tomate; a veces con algún tipo de guiso de carne), bola (redondos, típicos en Chiapas), de cazuela (en capas con diversos rellenos), con carne de cerdo, de frijol o espelón, vaporcitos (de masa delgada y en hoja de plátano), colado o de cuchara, con queso fresco, corundas (envueltas en hoja de maíz o carrizo en forma de triangulo), de pollo en salsa verde, de chile colorado, Brazo de Reina, Nacatamales, jarochos, también podemos encontrar con cualquier tipo de mole (negro, amarillito, rojo, verde, etc.), tontos (sin relleno, muy delgados, típicos en Tlaxcala), de chipilín y más. Si te gustan los “dulces”: piña, fresa, de pasitas, cajeta, chocolate, coco, chocolate, nuez, zarzamora, entre otros.

No podemos dejar de mencionar los tamales de gran tamaño: Mucbipollo o Pib; cocido bajo tierra en la península de Yucatán durante el Hanal Pixán. También el Zacahuil en la Huasteca, cocido en horno de leña.

Comer tamales es costumbre diaria de los mexicanos, sin embargo la tradición del 2 de febrero, se debe a que quien obtuvo “el niño” – figura que representa al Niño Jesús; simbolizando que el niño tuvo que ser escondido y protegido en los días del relato bíblico – oculto en la rosca de Reyes (6 de enero) haga una fiesta (tradicionalmente basada en tamales y atole; ambos productos de maíz).

Todo el ritual que significa la celebración del Día de la Candelaria es resultado del sincretismo de dos culturas y religiones: la católica, que remite a cuando la Virgen María llevó al niño Jesús al templo –Fiesta de la Purificación, en Jerusalén-, y la prehispánica, en la que se rendía el culto a los Dioses por medio de las mazorcas de maíz. El 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del calendario azteca (mexica), cuando se celebraba la veneración de los dioses: Tláloc (Dios del Agua) y Chalchiuhtlicue (Diosa de los lagos y corrientes de agua. También es patrona de los nacimientos y que desempeñaba un papel importante en los bautismos aztecas). Éstos, derramaban su lluvia sobre la tierra para que provocarán buenos frutos.

Los habitantes de los pueblos llevaban a sus templos sus mazorcas para que fueran bendecidas y así poder sembrar sus granos en el ciclo agrícola que inicia; por lo que dicha festividad coincide con la fertilidad de la tierra y los beneficios del agua. Años después, está celebración llegó a Roma. Más adelante, en el s. IX, se le agregó la ceremonia de bendición de las candelas (se llama así porque en ella se bendicen las candelas que se van a necesitar durante todo el año; a fin de que nunca falte en las casas la luz, tanto física como espiritual), palabra de donde se deriva la fiesta del Día de la Candelaria. Si se sabe que la siembra y las estaciones del año marcan la vida religiosa, social, comercial y cultural de los pueblos, esto queda demostrado con las festividades del Día de la Candelaria.

En el centro de México se acostumbra a vestir al “Niño Dios” que se colocó en el nacimiento (belén) y se le arrullo el 24 de diciembre por un “padrino” o “madrina”. Para que el 2 de febrero se le levanté y se le presente en la iglesia. Posteriormente, se ofrece la tradicional “tamalada” (merienda acompañada de chocolate espumoso o atole y tamales).

El atole con sabores tan diversos como la guayaba, jamaica, tamarindo, vainilla, nuez, piña, pinole también de tejocote o el clásico de fresa. ¿Cuál es tu favorito?

¡Cuéntame! ¿sigues está tradición en tu casa?

Por Marletza