Sobrevivir en el Lejano Oeste de Alejandro González Iñárritu

Con su última película, The Revenant, Alejandro González Iñárritu se adentra en un territorio tan desconocido para él como para aquellos aventureros que, a principios del siglo XIX, se atrevieron a internarse en lo que hoy es el Lejano Oeste de Estados Unidos. Se trata de la primera incursión del director mexicano en un género casi olvidado en el Hollywood actual, pero que este año cautiva por igual a otro visionario del cine llamado Quentin Tarantino. Hablamos delwestern. Tarantino no tiene ningún reparo en describir así su última película, The Hateful Eight, que transcurre en un periodo similar y, entre la misma nieve, aunque con una historia muy diferente.

A González Iñárritu no le acaba de salir la palabra. , el Oeste tal y como lo entendemos, el que nos ha enseñado el cine estadounidense desde la infancia, todavía no existía. Por lo tanto, es imposible que The Revenant (nominada a los Globos de Oro a mejor película y mejor dirección, la tercera vez que Iñárritu lo consigue tras Birdman y Babel, y mejor protagonista, Leonardo di Capriosea un western. “Me parece divertido que tantos describan mi película como una del Oeste cuando el Oeste del que hablan no existía. En 1823, el año en el que transcurre, no hacía ni un par de décadas que Lewis y Clark habían cruzado el país”, señala en referencia a la primera expedición terrestre conocida hacia el Pacífico. Faltaba mucho para la llegada de los primeros colonos, el séptimo de caballería, los vaqueros o la diligencia, todo lo que ha conformado el estereotipo de Hollywood.

Para poder entender la película, que se estrenará en EE UU el 25 de diciembre para la carrera de los Oscar y en México el 28 de enero, no viene mal un poco de historia. El filme transcurre en lo que hoy sería Dakota del Sur, uno de los vastos territorios que formaban entonces la Gran Luisiana, que acabó en manos españolas tras perder Francia la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Inglaterra y que volvió en secreto a París en 1801. Tres años después, Bonaparte se la vendió al presidente Thomas Jefferson. Esa venta marcaría el inicio de la conquista del Pacífico por Estados Unidos. Asi que la historia, real por otra parte, del trampero Hugh Glass (Di Caprio), tiene lugar cuando apenas se habían definido las fronteras definitivas entre el Virreinato de Nueva España y unos EE UU independientes, en una tierra inhóspita por la que solo se atrevían a adentrarse vividores, cazadores de fortuna, traficantes de pieles y sus pobladores primigenios, los indios, los dueños de las praderas, cuya civilización fue borrada y cuyos dominios acabaron convertidos en tierras de cultivo.

De ahí que cuando González Iñárritu leyó el guion de Mark L. Smith lo que vio fue una historia no de venganza, como suelen ser loswesterns, sino de supervivencia. Tampoco vio la brutalidad de un suceso centrado en un hombre al que sus compañeros abandonan y dan por muerto tras ser atacado por un oso, sino la armonía con la naturaleza. “Me interesó la semilla de lo que hoy es América, un periodo escasamente explorado en cine donde ya se veía un complicado hervidero de culturas. Donde México acababa de conseguir su independencia y en el que convivían españoles, mexicanos, tribus indias, franceses, británicos, canadienses en una atmósfera sin leyes donde abundaba el esclavismo, el racismo era palpable y la moneda de uso eran las pieles que se vendían a Europa para hacer sombreros para las señoras”.(Agencias)